"Es ilógico que un alumno tarde 10 años para una carrera de cuatro"
Observador, reflexivo y sosegado, Iñaki Goirizelaia dirige una de las instituciones con más carácter y complejidad de Euskadi, la Universidad del País Vasco (UPV), hacia la convergencia del Espacio Europeo de Educación Superior, el llamado plan Bolonia. Defiende incansable un concepto de universidad en la que los posgrados, la investigación y la internacionalización son la clave. Considera posible un acuerdo con el Gobierno en la negociación de la financiación de la universidad pública para los próximos cuatro años, un acuerdo que será "razonable" teniendo en cuenta la actual crisis.
Pregunta. ¿Ser los últimos en implantar los nuevos grados en Euskadi supone una ventaja para la UPV?
"Quiero que tengamos una universidad que interese internacionalmente"
"Debemos mejorar en la capacidad de atraer talento"
"Esperamos tener la verificación de todos los nuevos grados en 15 días"
"Hemos previsto la posibilidad de una dedicación parcial de los alumnos"
Respuesta. Nosotros empezamos a adaptarnos a Europa hace tiempo. Todos los posgrados lo están desde hace cuatro años, con mención de calidad del ministerio. En el caso de los grados, empezar este año nos da ventaja, porque hay titulaciones que han sido reguladas después de que se pusiesen en marcha las nuevas titulaciones y todas las universidades han tenido que adaptarse. Estamos satisfechos de lo que hemos hecho y en los tiempos en que lo hemos hecho. Hemos sido muy garantistas con los alumnos y hemos ofertado una metodología docente propia adaptada a Bolonia. La sociedad tiene que tener presente que la miramos, la atendemos y respondemos.
P. Sin embargo, aún hay nueve grados, entre ellos todos los del ámbito sanitario, sin aprobar por la Agencia de Calidad.
R. El informe definitivo favorable no ha llegado aún, pero el informe previo dice que las titulaciones no van a tener problemas. Tanto en grados como Enfermería y Medicina como en el resto esperamos tener la verificación de la Aneca [la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación] en 15 días.
P. ¿Los nuevos grados y la metodología que los acompañan llevan implícitos más aprobados?
R. A pesar de que no hemos implantado el plan, ya son muchas las asignaturas que se están dando con la metodología que vamos a utilizar en el proceso Bolonia. Se llama IKB y se basa en el alumno como agente activo en el proceso de formación. Sí hay unas ratios de aprobados más elevadas de las que había en el pasado, porque la metodología implica un esfuerzo mayor de estudiantes y profesores y porque es un trabajo de mayor colaboración entre ambos.
P. Los nuevos grados también vienen acompañados de condiciones que limitan el margen de maniobra de los alumnos, como acabar la carrera en dos años más y matricularse obligatoriamente de las asignaturas suspendidas.
R. Con la nueva estructura, todas las titulaciones se tienen que acreditar seis años después de haberse puesto en marcha. La tasa de éxitos es un indicador a evaluar y, si definimos bien la estructura de grado, el alumno tiene que estar capacitado para responder en el tiempo indicado, un máximo de seis años en los grados de cuatro. Si no, nosotros hemos hecho mal. No es lógico que un alumno tarde 10 años en acabar una carrera de cuatro. Por tanto, es importante que los centros y los alumnos cumplan los objetivos. Es importante que el alumnado vea que debe terminar la carrera en esos tiempos. Es un ejercicio de responsabilidad que tenemos que hacer todos. Además, hemos previsto la posibilidad de la dedicación parcial y en esos casos se duplica el margen para realizar la carrera.
P. ¿Ese estudiante a tiempo parcial es la solución al aumento de la dedicación del alumno, que no podrá trabajar, pero no de las becas?
R. Educación tiene una política de becas mejorada. A nivel del Estado, la política de becas está mejorando. Lo que es cierto es que compatibilizar una carrera universitaria con un trabajo, sin un estudio a tiempo parcial ni un campus virtual, es complicado. Estamos intentando dar cierta flexibilidad a los estudiantes, porque es cierto que el trabajo es mucho más intenso y la presencia en las aulas es mayor.
P. Esa ha sido una de las reivindicaciones de los estudiantes. ¿Sigue habiendo protestas?
R. Hay un sector del alumnado que sigue protestando y también hay docentes que opinan que no es la mejor forma de hacerlo. Estas cuestiones son normales, si no, no estaríamos en la universidad. Me parece que las protestas resultan totalmente legítimas.
P. ¿Cómo van a lograr que los profesores que están en contra de Bolonia apliquen el cambio?
R. No hay más remedio. La forma en que estamos acostumbrados a enseñar es la docencia magistral. Ahora tenemos que pasar a ser capaces de plantear casos a los alumnos, debatir con ellos, hacer trabajos en común, seminarios, prácticas en la calle,... Hemos dado un salto grande. Esto siempre cuesta, y más con 45.000 alumnos y unos 4.000 profesores.
P. En medio, vuelven a presentarse a la convocatoria del Campus de Excelencia Internacional, de la que fueron eliminados en 2009.
R. El anterior proyecto hablaba del arte y la ciencia. Nos quedamos a un punto de pasar el corte final de las universidades públicas. No se valoró bien. La apuesta actual es diferente, una agregación entre la UPV, Tecnalia y el Donostia International Physics Center, con adhesiones en áreas específicas de trabajo, como las tecnologías ambientales, el envejecimiento de la población y las ciencias de fabricación de nuevos materiales. Estos son los vectores de cambio para el futuro. Los tres, junto con los BERC y los CIC
[centros de investigación básica y de excelencia], concentramos el 96,7% de la producción científica del país. Es una agregación de lo mejor que hay en el País Vasco. Estamos presentando una propuesta de país.
P. Entonces, una parte considerable del proyecto está fuera de la universidad...
R. Yo diría que una parte muy considerable es la universidad, porque el 67% de la actividad investigadora se desarrolla en la universidad, es el corazón de la propuesta, a la cual se adhieren los demás. Además, ya estamos agregados. Un ejemplo: el Donostia Physics Center lo dirige Pedro Miguel Etxenike, que es también un profesor de la Universidad.
P. Con esta candidatura miran al panorama internacional, pero los datos de la capacidad de atracción de estudiantes extranjeros reflejan que desde otros países no se mira tanto a Euskadi. ¿Qué es lo que está fallando?
R. En la producción científica tenemos reconocimiento, pero sí tenemos que mejorar en la capacidad de atraer talento. La movilidad de los estudiantes europeos en el nivel de grado está muy condicionada por la forma de ser que tenemos. Un estudiante de EE UU desea marcharse al Estado más lejano, pero aquí el estudiante valora tener cerca de casa la titulación que quiere estudiar. Por eso, en Europa la movilidad de estudiantes no pasa del 10%.
P. ¿Cómo resulta ese flujo en Euskadi?
R. Similar al europeo. Tenemos unos 1.000 alumnos que se van y atraemos a unos 500. En los grados no hay tanta movilidad como esperaba la comunidad europea. De hecho, se plantea como objetivo llegar al 20%. Habrá que ir mejorando, pero se necesita un cambio de mentalidad. En nuestros posgrados, en cambio, el 25% son extranjeros. No estoy satisfecho con esto. Quiero mejorar; quiero que tengamos una universidad que interese internacionalmente.
P. A pesar de la crisis, han invertido 7,1 millones de euros en investigación, sobre todo en formación de doctores.
R. El doctor dedica cuatro o cinco años de su vida a analizar un tema al máximo detalle. Tenemos que darle recorrido. Aquí es donde tenemos uno de los mayores déficits para potenciar la sociedad del conocimiento.
P. ¿Dada la crisis, cómo se desarrolla la negociación del Plan Universitario 2011-2014?
R. Ya están creadas las comisiones de trabajo para establecer el marco de financiación. Estamos evaluando el plan anterior e identificando las líneas del próximo. Es posible que haya situaciones más complejas que en el plan universitario anterior, pero creo que llegaremos a un acuerdo razonable, el más lógico que podamos establecer.
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