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El sobrio 'Don Giovanni' de Pizzi triunfa en A Coruña

Las malas épocas tienen también sus cosas buenas. El Festival Mozart debía una reparación a Mozart y su Don Giovanni. Exactamente cinco años después de la infumable puesta en colorines de Ágata Ruiz de la Prada, un verdadero escenógrafo y figurinista teatral, Pier Luigi Pizzi, ha creado un sobrio espacio que cede el protagonismo a sus propietarios, Mozart y Da Ponte, para que sus administradores, músicos y cantantes, y público usufructuario, ejerzan sus derechos. La producción es del Sferisferio Opera Festival de Macerata, un festival que concentra en tres semanas seis óperas producidas con un presupuesto de tres millones de euros. "Teatro ético, hecho con mucho amor al teatro", en palabras del propio Pizzi.

Un hueco bajo todo el suelo del frente, con una cama, un pedestal y una mesa como único mobiliario para centrar la acción, sirven al Pizzi director escénico para crear una versión teatral centrada en un Don Giovanni (Ildebrando d'Arcangelo) jugador integral hasta la perversión de contaminar a cuantos le rodean. Desde Leporello (Andrea Concetti), su criado y "alter ego", hasta las mujeres conquistadas y sus parejas: la pobre loca de Elvira (Monica Bacelli); las consentidoras-arrepentidas Anna (María José Moreno) y Zerlina (Manuela Bisceglie) y sus Ottavio (Alexei Kudria) y Masetto (David Rubiera).

Voces desiguales

D'Arcangelo lució su voz redonda y poderosa en todos los registros. Moreno, soberbia en escenas y en sus dos arias: la frialdad reinante hizo que sólo sonara un tímido bravo en Or sai, compensado por la mayor ovación de la noche en Non mi dir. Bisceglie fue una cálida Zerlina que aún puede crecer y madurar. La voz en piano de Bacelli tiene un color hermoso en medios y agudos, pero sus fortes suenan gritones, especialmente en el registro alto. Rubiera, en buena línea de canto. Kudrya tiene serios problemas de colocación y emisión en su voz y la de Concetti se mostró falta de toda agilidad. Gudjon Oskarsson hizo un Commendatore verdaderamente estatuario.

Todos quedaron descuadrados en algunos momentos de cada concertante y la Sinfónica de Galicia, el mejor instrumento mozartiano de España, siguió con su habitual ductilidad las indicaciones de Víctor Pablo. Hubo dos excelentes solos de violín de Spadano y de Tanasescu al chelo.

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