_
_
_
_
Reportaje:

El nacionalismo a la espera

Un año después de cambiar de líder, el BNG ha marcado algunos debates sociales pero no ha aplacado la virulencia de sus diferencias internas

Hace ahora un año que los militentes del Bloque Nacionalista Galego elegían al tercer líder de su historia, Guillerme Vázquez. En medio de la convulsa Asemblea Nacional que sucedió a la derrota electoral del Gobierno bipartito, Vázquez asumió, propulsado la UPG, el timón del frente nacionalista. Por primera vez, el partido de Francisco Rodríguez colocaba en la portavocía nacional del Bloque a una persona directamente vinculada a sus siglas, mayoritarias dentro de la organización. Doce meses después, las cicatrices de aquel cónclave no parecen haberse cerrado del todo, pero la figura de Guillerme -a secas, como lo llaman los simpatizantes nacionalistas- sí va perfilándose en el espacio político gallego.

Barreiro: "El debate de las cajas ha servido para dar a conocer a Guillerme"
Para la dirección, la situación interna "es gestionable, mejor que hace seis meses"

"La posición en el debate de las cajas ha permitido a Guillerme darse a conocer", considera el analista Manuel Barreiro, jefe de Gabinete en la Vicepresidencia de Anxo Quintana. La apuesta por la fusión entre Caixa Galicia y Caixanova, consolidada cuando el Partido Popular asumió en el Parlamento su proposición de ley para regular las entidades financieras, lo reforzó. En la dirección de la organización nacionalista van más allá y afirman que el BNG "ha marcado la agenda en la cuestión lingüística o en la reconfiguración del mapa financiero".

Esa etapa crucial en lo que Barreiro denomina "esfuerzos por la construcción de un líder" también ha provocado otros efectos. La convergencia discursiva con el PP ha diluido, en parte, el giro izquierdista con el que Vázquez sucedió en el liderazgo a un Anxo Quintana que resbalaba hacia el denominado centro político. Y las declaraciones públicas de Xosé Manuel Beiras o del economista Xavier Vence en contra de las tesis oficiales respecto a la fusión tampoco han contribuido demasiado a la calma interna.

Pero si algún acontecimiento ha contribuido a levantar la moral militante del nacionalismo, ese presenta la forma de tres grandes manifestaciones contra la política lingüística de la Xunta de Feijóo. "La movilización a través de la plataforma Queremos Galego ha desmontado muchos tópicos", explican fuentes cercanas a Vázquez, "y se pasó de un discurso de la resignación a la ofensiva". El BNG se ha volcado en la agitación en defensa del gallego y ha terminado por arrastrar a los socialistas a las multitudinarias marchas de Santiago de Compostela.

No todas las sensibilidades activas dentro del Bloque concuerdan, sin embargo, con el análisis oficial. En Isca!, marca del minoritario Movemento Galego ao Socialismo dentro las juventudes nacionalistas, se quejan de que "el discurso de la lengua ha dejado a un lado todo el ideario de Galiza Nova". Un integrante de esta ala izquierdista de los jóvenes del BNG ejemplificaba con la manifestación contra la mina de andalucita que la empresa Picabello pretende construir en las Fragas do Eume. "El responsable de zona de Galiza Nova ni siquiera sabía que iba a haber ese acto", se lamenta, "ya sólo se habla del tema lingüístico".

El historiador Xosé Ramón Quintana, que esta semana publica en Galaxia Un longo e tortuoso camiño. Adaptación, crise e cambio no BNG, abre el abanico y puntualiza que las protestas por el retroceso de la presencia del gallego en la escuela "responden a un sentimiento compartido de agravio y no supondrán una recarga electoral ni una revitalización de la militancia". También en la dirección del frente son conscientes de que las movilizaciones sociales cuentan con su propia dinámica y no se traducen mecánicamente en las urnas. "Pero la gente percibe que hay dos fuerzas, una que está en el consenso de Bruselas y el capital y de la que forman parte PP y PSOE", exponen, "y otros que pensamos que se pueden controlar los mercados".

Las dificultades para desplegar un relato alternativo a la gestión de la crisis, pese a todo, existen. Manuel Barreiro reconoce los intentos de los nacionalistas "por dar coherencia política al malestar que genera la recesión económica" aunque no los ve en la construcción "de una agenda nacional de grandes temas para la sociedad". Lo que ocurre, según su diagnóstico, es que la organización se encuentra "en estado estacionario". Para quien años antes de entrar en el bipartito militara en Esquerda Galega y que ahora mantiene el blog dpaso, el BNG debe enfrentarse a cuestiones todavía no resueltas: mayor debate de ideas, cómo ser un partido de Gobierno en la oposición y definir su modelo de colaboración con los socialistas para conformar la alternativa al PP.

Según Camilo Nogueira, histórico del nacionalismo y el único eurodiputado elegido en las listas del Bloque, el frente de partidos debe ofrecer ya "un proyecto claro, de izquierda democrática y para toda la sociedad". "Aquel intento propiciado en parte desde fuera para convertir el BNG en centrista no tenía sentido", argumenta, "significaba no conocer la sociedad gallega". Nogueira lamenta, además, que la actual dirección nacionalista "acepte una visión negativa sobre Galicia, impuesta desde el exterior, cuando hay más conciencia de nación que nunca. Cuando se dice que las clases medias están españolizadas, se simplifica demasiado".

La revisión de las estructuras y la integración de sus diversos sectores es otra de las facturas pendientes del frente para el antiguo líder de PSG-EG. Coincide Xosé Ramón Quintana, que habla "de excesiva polifonía". En la memoria reciente de los nacionalistas actúan las duras opiniones de Beiras, quien el pasado abril se refirió a un BNG "que ha perdido el norte y no se lo pone difícil a la Xunta de Feijóo". A las pocas semanas, el debate en el Consello Nacional sobre la conveniencia o no de respaldar una manifestación de apoyo a la revolución cubana produjo un nuevo cisma: los posquintanistas de MáisGaliza, que aglutinaron a casi la mitad de los compromisarios en la asamblea de 2009 y que lidera el portavoz parlamentario Carlos Aymerich, se descolgaron de una convocatoria finalmente apoyada por el BNG.

Desde la dirección, por el contrario, se refieren "a una situación interna gestionable, mejor que hace seis meses". Recuerdan, en referencia a los ataques del ex portavoz nacional, que siempre hubo "una porción crítica con la cúpula y es positivo. El Bloque admite constitucionalmente las diferencias". La virulencia con la que se dirimen, en todo caso, no resulta de tono más elevado que el del Partido Popular en Ourense. "Tampoco tenemos un alcalde diciendo exactamente lo contrario que otro 150 kilómetros al norte", señalan las mismas fuentes.

De lo que apenas se discute en público es de la cita electoral más inmediata. Las encuestas les dicen que mantendrán representación. La plaza que parece correr más peligro es Ferrol: incluso los dos concejales de la actual legislatura pueden cambiar a la baja, diez años después de ostentar la alcaldía. "Pero las municipales son 315 elecciones distintas", advierten.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_