Reuniones secretas para el diálogo social

El convencimiento de que es urgente un acuerdo para el diálogo social ha llevado a los líderes sindicales y empresariales y al Gobierno a conjurarse para hacer sus reuniones secretas y evitar filtraciones que puedan enturbiar. La última fue el jueves, justo en medio de los encuentros que tuvieron por separado en la Moncloa.

Fue una jornada muy agitada. Por la mañana, los secretarios generales de los sindicatos, Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (CC OO), acudieron a La Moncloa para recibir del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, detalles de las medidas de ajuste. Por la noche le correspondió el turno a Gerardo Díaz Ferrán (CEOE) y a Jesús Bárcenas (CEPYME).

Zapatero preguntó de pasada sobre el diálogo social. El tiempo pasa y no se alcanza un acuerdo. Incluso, la patronal ha puesto el mes de mayo como tope para cerrar un acuerdo que también los sindicatos ven cercano. Pero hay obstáculos difíciles de librar, como la rebaja de las cotizaciones sociales y el abaratamiento del despido. Los sindicatos proponen que se vayan cerrando etapas en puntos en los que hay acercamiento, como el empleo juvenil, las bonificaciones a las contrataciones indefinidas, la temporalidad o la reducción de jornada, y se deje para una segunda fase los otros. Pero Gobierno y patronal lo quieren todo en uno.

En la reunión secreta del jueves las circunstancias no invitaban precisamente a un buen clima. Los sindicatos se presentaron con la convocatoria de una huelga del sector público ya difundida y el ánimo alterado por esa circunstancia. No tiene mucho que ver, pero el recorte de los sueldos de los funcionarios anunciado por el presidente no incita precisamente al diálogo social. No lo imposibilita, pero lo contamina.

También tenía el ánimo muy tocado Díaz Ferrán, aunque fuera por otras razones. Los problemas de su grupo empresarial le aprietan. Hay quien dice que la patronal le sirve de escudo para esos problemas, pero el miércoles recibió los primeros conatos de levantamiento en la junta directiva de la CEOE. Allí se pudo averiguar un doble rasero en la patronal catalana Foment. Mientras su presidente, Juan Rosell, expresaba su apoyo a Díaz Ferrán, el vicepresidente Joaquim Gay de Montellà le apremiaba para que resuelva pronto esos problemas. Eso animó a asistentes de otras territoriales, que se pronunciaron en la misma dirección. El presidente recibió el apoyo de una gran parte de los miembros del comité y pidió comprensión por la dificultad de encontrar una solución.

Pero, seguramente, Díaz Ferrán no se imaginaba que a esas críticas se iban a unir las del respetuoso Instituto de Empresa Familiar (IEF), muchos de cuyos componentes se sientan en su consejo asesor. El mismo miércoles se supo que el 16 de marzo su presidente, Simón Pedro Barceló, le había pedido que dimitiera del cargo.

Es llamativa la actitud del IEF, que, tras mantenerlo en secreto desde entonces, el miércoles difundió un comunicado explicando las razones de su petición: "Vista la situación crítica de la economía española y la necesidad de alcanzar un acuerdo en el diálogo social para poner en marcha la reforma laboral, la junta directiva quiere reafirmarse públicamente en la necesidad de que se produzca un cambio en la presidencia de la CEOE lo antes posible". Tardó en ser público, y, probablemente, porque José Manuel Lara (presidente de Planeta y miembro del IEF) lo comentó en unas declaraciones, pero el caso es que se decidió en la junta directiva del 13 de enero.