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El pianista Lang Lang triunfa en Santiago con su técnica impecable

Las dos salas principales del Palacio de Congresos de Santiago estaban abarrotadas tiempo antes de la hora oficial de comienzo del acto. Con las más de 2.000 localidades ocupadas y un récord de asistencia a un evento de música clásica celebrado bajo techo en Santiago, el pianista chino Lang Lang apareció ayer en el escenario compostelano acompañado de una atronadora ovación. Nada de extrañar para quien es, según la revista Time, una de las 100 personalidades más influyentes del mundo.

Lang Lang es un gran pianista. Su técnica, impecable, va más allá del puro mecanismo y, en lo musical, tiene un gran control del sonido de gradación muy matizada, una soberbia distinción de planos y líneas y una enorme expresividad. Pero es precisamente aquí donde le falta subir ese difícil escalón que lime afectaciones y efectismos y que le permita llegar a estar entre los grandes de verdad, más allá de la espectacularidad comercial que ahora caracteriza la carrera de este pianista chino.

El músico chino tocó un instrumento de 1990, propiedad de la Sinfónica

La web de Lang Lang tiene una presentación hollywoodiense. La primera foto enlaza con una tienda virtual donde se puede comprar desde un par de zapatillas marca Adidas modelo Lang Lang hasta varios modelos Lang Lang de pianos Stenway & Sons. Y no deja de sorprender que el miércoles en Santiago tocara con un viejo Stenway de 1990, propiedad de la Sinfónica de Galicia desde su fundación en 1992 (la vida media de un piano de concierto se cifra en unos diez años), en vez de con uno traído por él mismo, como hacen tantos pianistas de élite.

El concierto quedó deslucido en algunos momentos porque hubo cantidad de aplausos extemporáneos al acabar los movimientos de cada obra, e incluso en medio de alguno de ellos, cuando Lang Lang hacía alguna de sus poses más estéticas. Al final, los bravos fueron tapados por los silbidos y pateos, que parecen abocados a perder su tradicional sentido de protesta para significar una adhesión inquebrantable. Algo está cambiando en el mundo de la música clásica. ¿Para bien?

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