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Reportaje:Carreras & capital humano

Inglés en vena

Sin profesores, Pueblo Inglés y Vaughan Town basan sus cursos en la práctica con anglófonos

Carmen Sánchez-Silva

Comienza la acción. Medio centenar de personas se reúnen en Coto del Valle, un enclave situado en la jienense sierra de Cazorla, apartado del mundanal ruido y sin apenas cobertura telefónica. Su único objetivo es practicar el inglés, el idioma internacional de los negocios. Son pocos los que se conocen. La mitad de ellos anglófonos. La otra mitad españoles.

Pueblo Inglés, compañía especializada en la enseñanza de la lengua de Shakespeare, es la anfitriona del curso y quien ha llamado a este periódico a participar de ocho días de intensa convivencia. Estrena su sexta localización para estos programas de inmersión, entre árboles y jabalíes, en los que el español está prohibido desde el principio y en los que los profesores brillan por su ausencia. Son estadounidenses, canadienses, australianos y británicos que no cobran nada por entablar conversaciones y prestar ayuda con el inglés a los ejecutivos de grandes empresas, consultores, profesores y otros profesionales españoles que lo necesitan para trabajar.

Con los programas de inmersión se da un salto cualitativo en el aprendizaje
La clave está en hablar y escuchar 12 horas diarias y perder el miedo

Allan es el maestro de ceremonias. Un ex militar de la Marina británica que, desde el inicio, impone por su ademán, su acento de Liverpool y su rápida dicción, totalmente premeditada. Vive en Málaga y es experto en dirigir estos y otros cursos. Le acompaña Sabela, la directora del programa, una estudiante de traducción española que colabora con Pueblo Inglés y que a menudo se ocupa de hacer inteligibles las palabras del ex militar. Para empezar, avisa: el curso es tan intenso como duro, pero los resultados están probados por la experiencia y son "más que inglés", el lema de la compañía.

Y no miente porque el atractivo que tiene este programa, para españoles y extranjeros, es la posibilidad de conocer a multitud de personas diferentes, con costumbres y creencias distintas. Toda una experiencia para ambos bandos, a tenor de lo que dice cada uno de ellos tras conversar entre 12 y 15 horas diarias durante ocho días por parejas, por grupos y en conjunto.

"La gran ventaja de este sistema es que se consigue dar un salto cualitativo en el aprendizaje. El nivel intermedio se alcanza con clases particulares. Pero, a partir de ahí, se produce una barrera que no se salva hasta que no te enfrentas a entender y hablar en inglés con nativos de acentos distintos; hasta que no destierras el miedo escénico. Éste no es un programa residencial de alumnos y profesores con clases regladas. Se trata de hablar y escuchar. Los anglo no son profesores y, por tanto, no tienen sus defectos, no facilitan la vida al alumno", explica Juan Carlos Medina, socio fundador de Pueblo Inglés.

"Es el mejor producto de inglés que existe en el tiempo estipulado. Cuando viajas a Estados Unidos o Inglaterra no hablas tantas horas ni te expones a tantas situaciones comprometidas e incómodas. Romper la barrera psicológica del sentido del ridículo es lo más importante para el español. Para hacerse con habilidad en las reuniones y poder negociar contratos en inglés hay que tener un oído finísimo, confianza al hablar y, luego, gramática, que es lo único que se consigue en el aula. Para mejorar, para que se produzca el cambio psicológico, hay que pasar apuros", coincide Richard Vaughan, propietario de la compañía Vaughan Systems e impulsor en 2001 de Pueblo Inglés y actualmente de Vaughan Town. Según los dos antiguos socios, el método es innovador y no se le conocen replicas ni en España ni en el extranjero.

Y a fe de los españoles que se pasan apuros. Los primeros en el autobús que conduce de Madrid a Coto del Valle, donde los participantes viajan por parejas (naturalmente, de nacional y anglo); después cuando el maestro de ceremonias hace su introducción al programa con un acento más que difícil de entender o en las presentaciones que cada participante hace de su desconocida pareja extranjera ante todo el grupo. ¿Quién dijo miedo al ridículo?

Y continúan durante los primeros días del apretado programa, que discurre con constantes actividades de una hora en pareja, grupo o en conjunto. Son al menos 12 horas que se reparten como sigue, aunque algunas de las actividades varíen. A las nueve de la mañana se desayuna en mesas de cuatro, dos españoles y dos foráneos. Después hay una reunión colectiva en la cafetería del hotel donde se planifica el día y se realizan juegos por equipos (naturalmente, con nacionales y extranjeros mezclados al 50%). Arrancan entonces las primeras dos conversaciones de tú a tú (one to one) de las cuatro que tendrán lugar a lo largo de la jornada entre diferentes españoles y anglos. A las dos de la tarde toca compartir mesa regada por buen vino porque invita a hablar. De nuevo, de cuatro en cuatro. Por fin llega la ansiada siesta, la única hora y media que el grupo tendrá libre en todo el día.

A las cinco de la tarde hay reunión en la cafetería, toca jugar por equipos a inventarse un producto, diseñar toda su campaña de marketing y presentarla ante los demás con música y lema incluidos; o a definir las características que acompañan al mejor líder del planeta; o a realizar el argumentario en televisión de una productora de ron que ha visto dañada su imagen tras el accidente sufrido por unos jóvenes ebrios... Posteriormente, se reanudan los one to one o se desarrolla una conference call en torno a un tema laboral improvisado y desconocido para los nacionales o un grupo de discusión formado por unas seis personas que abordan algunos de los temas que se proponen en una lista o cada español hace una de las dos presentaciones que tendrán que preparar y presentar en público en estos ocho días. Antes de cenar, un teatro preparado durante el día por españoles y anglo ameniza el ambiente. Y tras la cena, hay horas de fiesta o de música improvisada para quien quiera.

"Los tres o cuatro primeros días son muy duros. Normalmente el español se bloquea", afirma Medina. Y corroboran los participantes en el programa. De hecho, las frases más escuchadas (en inglés, of course) son: "¿Te has enterado de algo?", "no entiendo nada" o "tengo la mente licuada". Pero, "al cuarto o quinto día de practicar, el bloqueo desaparece, sacas el inglés que tienes dentro y acabas pensando en esa lengua", coinciden Medina y Vaughan. Y lo confirman los profesionales concentrados en Coto del Valle. "Hasta hoy, sexto día, no he estado relajado", dice un profesor de inglés español, que ha abierto los ojos a otras culturas y ahora se replantea su futuro. "Esta experiencia te da que pensar. Hay quien cambia su vida", dice un ejecutivo que ha montado su empresa y es la quinta vez que acude a Pueblo Inglés. Se cambie o no, el alumno mejora y, como dice María del Carmen una de las pocas personas que ha pagado el curso de su bolsillo, aprende a reconocer sus errores. Además, resalta Medina: la unión de la gente trasciende el propio curso. Si no que se lo digan a Rafael, el autor del lema del grupo: "one voice". -

Uno de los grupos de españoles y "anglo" practicando el idioma en La Alberca (Salamanca).
Uno de los grupos de españoles y "anglo" practicando el idioma en La Alberca (Salamanca).

Puntos negros

La posibilidad de conocer a músicos, actrices en ciernes, mujeres piloto, antiguos profesores... es lo mejor de los programas Pueblo Inglés y Vaughan Town, según los participantes en el programa de Coto del Valle, quienes no se cansan de repetir: "Lo mejor, la gente". "La edad media de los anglófonos es de 55 años, ya que en su mayoría son jubilados -mantiene Richard Vaughan-, que buscan cosas estimulantes en su vida, como venir a Europa". Los hay que han repetido experiencia más de 30 veces y quienes han pasado por el programa de Vaughan y por el de Pueblo Inglés ("son iguales, con las mismas actividades", declaran).

Pero no siempre es oro todo lo que reluce. A veces, las hadas se transforman en brujas. Entre los puntos negros, además del precio, los españoles destacan la diferencia de niveles de inglés que hay entre ellos, pese a que todos hayan hecho la prueba pertinente para acudir a la inmersión. También se quejan de que en estos cursos no se toca la gramática y de la falta de corrección por parte de algunos de los extranjeros con quienes han conversado. Cuidado con las discusiones ininteligibles que a veces protagonizan los anglófonos y con repetirles más de dos o tres veces "¿puedes repetir?". Pero si hay algo que realmente echan de menos es el poder hablar en español, aunque sólo sea un poquito a lo largo del día. Para los anglo, el curso es cansado, piden más tiempo libre, según la americana Terry. -

Las cifras

- Precio: Pueblo Inglés cobra 1.975 euros por ocho días. Vaughan Town, 1.775 por seis días. Suelen sufragarlos las empresas, pero un tercio de los alumnos lo abonan directamente.

- Participantes: los grupos oscilan entre 30 y 50 personas, españolas y anglófonas al 50%. Dos expertos de las compañías los organizan. Por Pueblo Ingés, que aborda su programa 500, han pasado más de 22.000 estudiantes adultos y 12.000 anglo ("el 30% repite", dice Juan Carlos Medina). Por Vaughan Town, más de 3.000 y 1.000, respectivamente.

- Casi el 10% de los 19,5 millones que factura Vaughan Systems procede de estas inmersiones. En Pueblo Inglés son 2,7 de los 4,2 millones de euros ingresados en 2009.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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