Entre el dolor y el futuro

Era 1995. Recuerdo el alto que me dieron unos policías, la petición de documentación y preguntas de rigor que me hicieron cuando acudía a mi primer día de trabajo. Las calles sin salida y la dificultad de orientarse en el barrio para los profanos -y yo lo era- me obligaron a dar vueltas y más vueltas hasta llegar a mi destino: el Centro de Salud. Eran tiempos en los que diariamente sentíamos el dolor de las familias por culpa de la heroína. Atendíamos a pacientes enganchados, enfermos. Recogíamos cada mañana restos de algún chute en la puerta del centro; contemplábamos un ir y venir casi diario de personas destrozadas. Hoy las cosas han cambiado, y algunas familias, que han sufrido el azote de la droga, ya han visto morir a sus hijos.

El Centro de Salud Barranquet, inaugurado en diciembre del año 1990, fue un hito en la historia de unos grupos, de población humilde y alejados de los núcleos urbanos, que anteriormente tenían que desplazarse a los consultorios de Castellón y de Almassora para ser atendidos: la población de los grupos Perpetuo Socorro, La Unión, Roquetes, Santa Teresa, San Bernardo, San Andrés y Grupo Lourdes (pertenecientes a Castellón) y Corell, Boqueras y Fátima (pertenecientes a Almassora). Forjado con gran cariño, con un equipo de gran valía personal y profesional, pasó a ser un centro modélico. El trabajo comunitario era muy importante, así como la implicación de los vecinos y de las asociaciones de la zona, lo que llevó a la realización anual de la Semana de la Salud: talleres de cocina saludable, asambleas, talleres con los escolares y otras muchas actividades que coincidían cada año con el aniversario de la inauguración del centro. La semana finalizaba con una caminata festiva que aunaba a los vecinos de todos los barrios. Y ése fue el origen de la caminata que aún realizamos anualmente.

Actualmente, el barrio está asistiendo a cambios poblacionales. A la población originaria, constituida por emigrantes del interior y sur de España y del interior de la provincia, se añadieron en un principio familias de etnia gitana (representada en un 6,5% de la población adulta y un 22,5% de la población infantil), que se concentraron en determinadas calles del grupo Perpetuo Socorro sin conseguir la integración ni la convivencia deseada. Ahora tenemos nuevos vecinos: familias procedentes de Rumania, el Magreb y Latinoamérica que nos brindan nuevas oportunidades. Por otra parte, también vemos cómo los jóvenes dejan el barrio, aunque siguen viniendo al centro de salud para la visita al médico. La escuela del barrio, Guitarrista Tárrega, tiene pocos alumnos y las familias, en cuanto pueden, llevan a sus hijos a colegios de Almassora y Castellón. En relación con ello, las dificultades de escolarización de la población en riesgo de exclusión social y la poca estabilidad del profesorado es un problema añadido.

Por otro lado, el proyecto urbanístico que se inició hace más de cinco años en el grupo Perpetuo Socorro con la creación de nuevas viviendas, zonas verdes, campo de fútbol y la apertura de nuevas avenidas y calles se ha topado con la crisis económica. Ahora los pisos y las casas, ya construidas, esperan a las nuevas familias, y las plazoletas, a que los niños, que son el futuro del barrio, correteen y jueguen en ellas. Pese a todo, el movimiento asociativo sigue vivo en los grupos y eso hace que el futuro sea más esperanzador.

Amalia Nácher es pediatra del Centro de Salud El Barranquet de Castellón.