Lobos al acecho
El pasado sábado, el titular de la primera página de un periódico ultraconservador rezaba: "La ley de Igualad provoca un escándalo sexual en Alcalá Meco".
La noticia escueta era que dos funcionarios de esa prisión habían sido apartados del servicio porque podrían haber mantenido relaciones sexuales con alguna de las reclusas.
Eso era lo que destacaba la prensa solvente. Pero los lobos de la ultraderecha acechan día y noche y vieron en esa información carnaza para hincar el diente, una vez más, contra algo que no soportan: la igualdad entre mujeres y hombres.
Para ese periódico, los responsables de los abusos no son los abusadores, sino la ley que pregona la igualdad y posibilita que funcionarios de ambos sexos trabajen en las cárceles o en cualquier otro organismo.
El martes, otro diario conservador volvía al ataque y convertía en "comisarios políticos" a los agentes de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres que funcionan a nivel nacional. Dice ese diario que, "al parecer", la actividad de esos agentes "está controlada por grupos próximos al feminismo más radical".
Al día siguiente, el mismo rotativo insistía en la idea de calificar como "brigadas" las unidades de Igualdad de Género que la Junta va a crear en cada una de las consejerías. Se encargarán de hacer un seguimiento de los programas de igualdad del Gobierno andaluz.
Hay razones sobradas para que los Gobiernos promuevan esas políticas. Un par de datos: la mujer andaluza gana una media de 5.400 euros menos al año que el hombre y por cada 100 hombres con un contrato parcial, hay 616 mujeres, seis veces más.
Los gobiernos socialistas de España y Andalucía han demostrado con hechos que creen en la igualdad. En marzo de 2007, el Congreso aprobó la Ley Orgánica de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres. Al año siguiente, tras su segunda victoria electoral, Rodríguez Zapatero creó el Ministerio de Igualdad, al frente del cual puso a la gaditana Bibiana Aído. En Andalucía, primero el presidente Chaves y luego Griñán, impulsaron la paridad en el Parlamento y en sus Gobiernos.
Aunque el PP se abstuvo en el Congreso cuando se votó la ley de Igualdad, sería injusto calificar como defensores de la desigualdad a la generalidad de sus militantes o dirigentes. El PP, tanto a nivel nacional como andaluz, cuenta con un puñado de valiosas mujeres en puestos del máximo nivel.
Pero una buena parte de la prensa que apoya a los populares -mejor: una buena parte de los columnistas de los medios más conservadores- sí que militan en ese bando. Utilizar en estos momentos términos guerracivilistas, como "comisarios políticos" y "brigadas", para referirse a los funcionarios que se ocuparán de defender los derechos de la mujer, es una burda manipulación, una provocación.
A los barones de la ultrapluma, el insulto y el chascarrillo fácil y soez nunca les gustó la ley de Igualdad y mucho menos la ministra del ramo. La ley les molesta y la combaten con ferocidad. Y se ceban contra Aído, sobre la que vierten los más despreciables insultos personales. No se trata de una crítica a su acción política, sino de una campaña sistemática de descalificación personal.
El pasado lunes, en la presentación del libro 50 Mujeres en Vanguardia. La larga lucha por la igualdad (Editorial Comunicación y Turismo. Málaga), recordaba esta frase del líder conservador Cánovas del Castillo: "El dogma de la igualdad no es dogma, sino sofisma y error notorio... tengo a la igualdad por antihumana, irracional y absurda y a la desigualdad por derecho natural".
Me temo que algunos de esos tabernarios columnistas han quedado anclados en el siglo XIX, formando pareja con Cánovas. Y ahora reaccionan cual lobos rabiosos ante lo inevitable: la mujer les ha ganado la guerra de la igualdad.
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