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Reportaje:

Joyas del patrimonio moderno

Una exposición saca a la luz edificios notorios de la arquitectura del siglo XX

Un desapercibido y desconocido vínculo une a elementos como la denominada lonja del Gran Sol en pleno corazón de A Coruña, el inmenso bloque de viviendas que preside el cruce de la Plaza de América y Gran Vía de Vigo o la curiosa iglesia de Santa Cruz en O Incio, en el profundo rural lucense. Son todas "joyas" de la arquitectura moderna de Galicia. Tres ejemplos con apenas medio siglo de vida de un patrimonio de gran valor, mucho más amplio de lo que se podría pensar pero que, por pertenecer a un pasado demasiado reciente, está denigrado, olvidado y en algunos casos incluso ya totalmente desfigurado.

Reivindicarlo para recuperarlo y garantizar su conservación es precisamente uno de los objetivos de la interesante exposición A modernidade construída que, de la mano del arquitecto vigués Fernando Agrasar y por iniciativa de la Xunta, se inauguró anoche en la delegación coruñesa del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia. El recorrido cronológico a través de medio centenar de construcciones por cuatro décadas de la arquitectura gallega más reciente (de 1930 a 1969) está lleno de sorpresas y curiosidades.

"Hoy se conserva cualquier obra en piedra, pero no las de hormigón"
La muestra incluye iglesias, colegios, granjas y hasta un concesionario

Concebida bajo un prisma didáctico, la muestra, que tras Santiago y ahora A Coruña seguirá transitando por otras ciudades, no sólo va dirigida a profesores y alumnos de Arquitectura, aunque a primera vista así lo parezca. "Intenta participar en esa tarea que nos compete a todos, instituciones, profesionales y ciudadanos en general, de crear una conciencia social sobre la imperiosa necesidad de conservar no sólo el patrimonio histórico de Galicia, sino también el moderno", explica Agrasar. O dicho más gráficamente: "Hoy en día se conserva cualquier obra en piedra, pero no una en hormigón".

Estas últimas, casi por sistema, se desprecian. Y sin embargo, en todas las esquinas de Galicia, sobre todo en A Coruña y Vigo, existen ejemplos notables de la denominada arquitectura moderna aunque "con identidad histórica y cultural gallega", uno de los rasgos frecuente y desconocido de muchas de esas obras del siglo pasado, subraya el comisario y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña. No se tratan sólo de bloques de viviendas de los años 50 o 60, sino que en la selección de esta exposición aparecen iglesias, colegios, granjas ganaderas y hasta la sede de un concesionario de coches que hoy alberga un pub.

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Pocos habrán reparado en el valor de un recinto como la "fantástica" lonja coruñesa que preside el muelle de A Palloza, construido en 1960 con pórticos de hormigón simétricos, aunque de característico perfil ondulado que destaca tanto por su aspecto y funcionalidad interna como externa. Para muchos será sin duda un descubrimiento la belleza por dentro y por fuera del colegio y residencia A Nosa Señora dos Milagres de Baños de Molgas (Ourense), configurado en 1965 como los conventos o monasterios de hace siglos pero con elementos modernos y depurados. Por ejemplo, el hermoso, iluminado y desnudo altar de su pequeña capilla.

En los años oscuros de la posguerra, explica Fernando Agrasar, y con una represión franquista que también golpeó al gremio de arquitectos, surgieron, pese a todo, ejemplos destacados de obras sorprendentemente modernas, como el bloque de viviendas del Carmen, que preside la plaza América de Vigo desde 1941. La dictadura confiaba en el arquitecto que lo diseñó, Francisco Castro, y nunca se percató de que en realidad lo que encargó fue un referente en Galicia a semejanza de las residencias obreras de "Viena la roja" construidas en los años veinte por el Gobierno socialista de Austria.

Muchas de estas obras fueron recuperadas, como el poblado minero de Fontao en Vila de Cruces (Ourense) o la cooperativa de viviendas octogonales de Lugo. Pero otros ejemplos notorios sobreviven aunque "destrozados", como la preciosa Atalaya (1933) de los céntricos jardines de A Coruña, "dolorosamente transformada", lamenta Agrasar, o la escuela de trabajo de Lugo (1934), que fue desfigurada para albergar el instituto Xoán Montes, o el Club Náutico de Vigo, al que los sucesivos rellenos y la transformación de la fachada marítima restó singularidad. Agrasar obvió en estos casos incluir fotos del actual estado de esos edificios "para no convertir esta exposición en museo de los horrores". Pero el arquitecto, que teme la destrucción de algunas de estas joyas "porque no se ven o se desconoce su valor", confía no obstante en un cambio aunque lento de mentalidades. Y alerta de peligros como "la presión económica" y especuladora que acecha este patrimonio, al ser edificios que inicialmente construidos en la periferia urbana están ahora en céntricos solares muy codiciados.

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