El exceso de cocción

Es de sobra conocido que el canal que surca el fondo del mar en la travesía de nuestras tierras a Ibiza cría unas gambas suculentas y hermosas, casi supremas, con un gusto dulzón y unas carnes suaves que las distinguen de las de otros enclaves. No obstante, es cierto que existen alternativas, como las que sirven en El Hogar del Pescador en Peñíscola, cuya frescura salta a la vista y se comportan con dignidad cuando las consumimos después de haber pasado por la plancha, pero no es lo mismo.

Semejante hecho, pero al contrario, sucede con los langostinos, que en esta casa los presentan al comensal recién pescados, y además se aprecia en ellos la virtud de haberse criado en las cercanas costas, lo cual los hace insuperables.

Constatada la calidad del marisco es necesario comprobar los criterios con que se manipulan, y debemos señalar que en esa casa difieren de lo que ya es habitual en nuestros lares: esto es, cocciones cortas para que el producto se presente jugoso y con naturalidad. La langosta que nos sirvieron formando parte de un sabroso suquet había traspasado la frontera de lo conveniente en su estancia sobre los fogones y presentaba la sequedad que ese hecho origina, a lo que debemos añadir que la salsa o caldo que la acompañaba adolecía del mismo mal, lo cual habrá que dilucidar en un futuro si era defecto momentáneo o costumbre imperecedera.

Por lo demás, decoración y ambiente acordes con el entorno, que presenta en su terraza una sugerente vista sobre el puerto de pescadores de la población, y en su interior la tranquilidad deseable.

También es necesario señalar la amabilidad del servicio, aunque se vea tiznada por graves carencias de profesionalidad.