Regeneración política

En esta España nuestra, cada día más sombra de sí misma, una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), arroja que nuestros políticos ocupan el tercer lugar entre los problemas que más preocupan a los españoles después del paro y economía y delante, incluso, del terrorismo. No deja de ser un indicador preocupante y lacerante para con nuestro país, adquiriendo especial dimensión desde el momento en que estos políticos deberían ser percibidos como solución y nunca como parte del problema. Para eso les elegimos y pagamos.

El debate está más vivo que nunca en una sociedad cada día más madura, aunque todavía falte un mayor protagonismo y militancia en las llamadas sociedades civiles para poder así contrarrestar las estructuras cerradas y caducas de no pocos aparatos políticos y, sobre todo, para exigirles a estos y a la clase política que gobiernen con más visión de Estado y no para contentar a un electorado fiel de manera seudopaternalista. No es de extrañar, por tanto, que cada vez sean más los gritos que demandan una regeneración política (reforma electoral, listas abiertas, ley de financiación de partidos...) y, cómo no, de los políticos (compromiso, honestidad y credibilidad). El fantasma de la abstención planeará sobre los distintos comicios tomando verdadera carta de naturaleza. Entonces no se cuestionará la honorabilidad y honradez de algunos políticos, sino el propio sistema por no emplear los mecanismos del Estado de derecho para que esto no ocurra. Ojalá no lleguemos a esto.