A tu salud
Fue poco antes del gran destape Gürtel, pero recordarán aquel bucólico posado del "niño melón" con (al fondo) el chico de los trajes y el cunero bebedor, todos pijamente arremangaditos. El redicho González Pons reclamaba de tal guisa que, en vez de hacia África, mirásemos a nuestra realidad más cercana. Y no digo yo que a ratos no convenga escrutarse la borrilla del propio ombligo, verbigracia: durante largos meses y unos intensos días permanecimos pendientes de la reforma (¿o revolución?) del sistema sanitario norteamericano. Y albricias, Obama empieza a conseguirlo (con limitaciones) de modo que mientras allá trabajosamente van, aquí vertiginosamente volvemos. Camino de desguazar uno de los más sólidos (si no el que más) pilares del Estado del bienestar.
El problema es europeo, pero pronto sabremos si en verdad los valencianos y valencianas sabemos la que se nos viene encima en este proceso ya avanzado de convertir nuestra salud en un negocio. El jueves 22 es la fecha señalada para airear en las calles una protesta que hace tiempo vienen expresando Galicia, Madrid, y ahora Murcia, pueblos hermanos en semejante desgracia. Compartimos con el primero el invento de las fundaciones y consorcios, que no sólo no han agilizado la gestión sino que han reducido la actividad asistencial, aumentado las listas de espera, agudizado la precariedad laboral... Con el segundo también nos unen los nombramientos políticos, el amiguismo y las listas negras, el sectarismo del ex responsable (el yernísimo Güemes) repitiendo que el culpable es Zapatero. Y así, en amor y compañía pepera, vivimos peligrosamente al borde del crack inminente, al decir del propio consejero Cervera. Las administraciones autonómicas "de oposición" quieren imaginar que un ajuste al alza en la financiación conjuraría el colapso al que nos abocan las facturas pendientes (6.500 millones), los intereses de demora, el desaforado gasto farmacéutico y el agujero económico coproducido por tantas empresas que se apuntan a los beneficios pero cargan a las arcas públicas cada céntimo perdido. Y eso que la valenciana figura en el furgón de cola en cuanto a gasto sanitario, junto a Madrid y Baleares.
Aquí van a por la atención primaria, allá quieren hacerse hasta con los servicios de cita médica. Los contratos con empresas concertadas hipotecan el futuro y sus prestaciones sustituyen, no complementan, las públicas. Su sistema es rebajar plantillas y salarios, seleccionar riesgos (enfermos baratitos), presentar sobrecostes doblando el presupuesto inicial, multiplicar pruebas diagnósticas carísimas, buscar pacientes-turistas a quienes se factura aparte, y no compartir los objetivos del sistema (y más ahora, con las medidas de austeridad) como por ejemplo la contención en el gasto farmacéutico. Y todo con una gestión opaca. Lo último ha sido externalizar Oncología en Benidorm, seis servicios en La Fe... ¿Cómo creerles, en un contexto de corrupción política, cuando juran trabajar por nuestra salud?
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