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Reportaje:CON MUCHO GUSTO

Artesanía en la punta de la lengua

El Salón del Gourmet presenta los alimentos más exclusivos de España

Pablo de Llano Neira

¿Existe el síndrome de Stendhal culinario? Igual que una obra de arte puede hacer que alguien hipersensible se caiga redondo al suelo -eso se dice del síndrome-, ¿puede un alimento causarnos un vahído de placer?

No se conocen casos, pero un buen lugar para probarlo sería el Salón del Gourmet, una feria de productos artesanales escogidos. El Salón celebra su XXIV edición en los pabellones de Ifema, desde ayer hasta el jueves.

"Es la mejor feria para empresas medianas; aquí encuentras cosas pequeñitas, mágicas", decía un asistente con tres michelines (estrellas en su restaurante, se entiende), el cocinero vasco Juan Mari Arzak. El prócer de los pucheros elogió uno de los muchos muestrarios que hay en la feria, la zona de nuevos productos. Atención: gelatina de champán, sal de sobrasada, vodka de piruleta, aceite de trufa blanca... Cosas pequeñitas, mágicas, principios activos del síndrome de Stendhal.

"Aquí encuentras cosas pequeñitas, mágicas", elogia Juan Mari Arzak
Hay aceite de trufa, sal de sobrasada, vodka de piruleta... y productos clásicos

La trufa blanca, por cierto, es uno de los dos productos que Arzak pone a la par de nuestro manjar mayor, el jamón ibérico, que aparece, sudando la gota gorda, en cualquier rincón del Salón. Ayer se montó un concurso de cortadores de lonchas. "Se valora la rapidez, el estilo, el tamaño del corte y su rectitud, para que la pieza luzca", explicó Silvia García, la única mujer de los seis competidores.

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¿Y cuál es el tercer producto en el podio de Arzak? El caviar, unas huevas de esturión que vaciarían los divanes de los psicólogos si valiesen lo mismo que una tableta de Prozac. Lo tienen iraní, a 4.000 euros el kilo, y del valle de Arán, más asequible, con perdón: a 2.000 el kilo.

El país invitado a la feria es Irlanda, que presume de carne de buey, raza angus, y de pescado y mariscos. Su delegación cuenta que el país pesca más de lo que necesitan sus ciudadanos (poco amigos de lo que sale del mar), y hace buen negocio con España, el primer país comprador de pescado fresco irlandés.

El Salón tiene un lugar abierto al público general, el Taller de los Sentidos. Allí, entre doce de la mañana y siete de la tarde, pagando seis euros por entrar, se puede tomar un menú degustación y picotear por talleres dedicados a los elementos básicos (pescados, aceites, frutas, verduras, pan...). En esta zona, el Ministerio de Medio Ambiente ha atracado un barco multimedia donde se cuenta la historia de la pesca en España.

Los otros dos pabellones son para comerciar, y en ellos hay una delicatessen que cotiza más que ninguna: el inversor extranjero. El Salón del Gourmet ha atraído este año a unos 100 empresarios de fuera. Una vía de negocio en línea con la reputación creciente de nuestra comida: "La cocina española está viajando mucho, y los vinos son punta de lanza; todos los restaurantes quieren tener vinos españoles", ilustra Elena Arzak.

Osamu Adachi, concretamente, quiere vino blanco, pero no sabe cómo pedirlo. Este empresario japonés caminaba ayer perdido por la feria, con un pin rojigualda en la solapa, pero los anfitriones no le habían correspondido. "Pensé que hay traductores", dice en su parco español, con amistoso cabreo. "Hoy no puedo hacer negocio. Mañana traigo traductor". No tendrá problema. Osamu Adachi parece eficiente y aún tiene tres días por delante.

Expositor de preparaciones culinarias en el Salón del Gourmet.
Expositor de preparaciones culinarias en el Salón del Gourmet.SANTI BURGOS S. B.

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