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Reportaje:31ª jornada de Liga

Pedro y Alves rompen sin balón

Los extremos del Barça desconectaron a los laterales del Madrid y aclararon el paso a Xavi

Jordi Quixano

El ataque posicional del Barça fue demoledor. La patente de situar a Alves como ala derecho -primer acto- le resultó fenomenal porque reventó al Madrid. Resulta que los dos extremos azulgrana hicieron daño sin el balón en los pies. Bien abiertos, grapados a la línea de cal, descontaron a los dos laterales adversarios para generar huecos y alternativas. Alves a la derecha y Pedro a la izquierda; Arbeloa y Sergio Ramos, desactivados. La estratagema consistía en dar vida a Xavi y Messi, que mezclaron con acierto por el medio desafiando a la ley del embudo. Lo padeció el Madrid, de pierna dura y poco ingenio, penalizado por dejar a Ronaldo e Higuaín sin compañía ni remate.

- Casillas. Se desgañitó en advertencias a sus centrales, inquieto porque los movimientos de Messi descomponían a la zaga. Atinó en la lectura pero no en los reflejos. Cuando Messi y Pedro se plantaron delante suyo, salió a la desesperada para empequeñecer su portería. Pero nada pudo hacer ante la definición del 10 y del extremo, vendido y sin manos.

- Valdés. Sacó los guantes cuando el equipo se lo reclamó, cuando Van der Vaart le enfiló de frente. Si bien no actuó en el primer tiempo, en el segundo respondió con solvencia ante el puñado de disparos lejanos, bien de Marcelo, Cristiano o Higuaín.

- Albiol y Garay. Los centrales cerraron con acierto los pasillos interiores, cómodos porque sus dos medios centros repartían patadas y se desgastaban en la contención. Tampoco padecieron en los balones aéreos al medirse con tres rivales de escasa altura. Incluso estuvieron listos al no perseguir a Messi cuando éste retrasaba su posición para participar en la construcción, por lo que no ofrecieron huecos en su entramado defensivo. Pero flaquearon en las carreras hacia atrás. Primero fue Leo, que rompió el fuera de juego, llegó desde atrás y pilló en estático a Albiol para definir ante Casillas. Y luego fue Pedro quien sacó a la zaga los colores en otro esprint.

- Piqué. Espectacular. Más exigido que nadie porque no sólo debía leer los desmarques de Higuaín cuando cayera sobre su parcela, sino que estaba obligado a ejecutar las coberturas a Puyol, emparejado con Ronaldo. Especialmente entonado en los cara a cara con el portugués, le aguantó por dos veces en carrera y siempre le obligó a salir del regate hacia la banda y no hacia al centro, protegiendo a Valdés de los latigazos. Feliz y natural con la pelota controlada, también estuvo acertado en la salida desde atrás. Tuvo un único fallo, al medir mal un salto y provocar una ocasión infructuosa de Higuaín.

- Arbeloa y Sergio Ramos. Desligados del duelo y atrapados en la ratonera que planteó Guardiola. Los dos laterales blancos no cerraron la zaga, más atentos a sus parejas de baile, los extremos azulgrana. Ramos no fue decisivo en defensa -sin contar las patadas a Messi- y, raro en él, fue apocado en la ofensiva. Arbeloa, sin llegar a ser un agujero, chirrió más: bien para contener a Alves; bien para frenar a Pedro.

- Gago y Xabi Alonso. Limpiaparabrisas, empeñados en desdibujar el juego de combinación del Barça. Se desplegaron un par de pasos atrasados y lo acusaron con el balón controlado, sin líneas limpias de pase y con demasiados metros por delante para mezclar. Optaron por repartir patadas, hasta el punto de que Alonso debió ser expulsado (doble tarjeta amarilla) por jugar el balón con la mano desde el suelo. Pero el trencilla cerró los ojos. Alonso pisó una vez campo ajeno y se atrevió con el disparo, defectuoso. Gago se peleó con el balón.

- Busquets y Van der Vaart. Futbolistas de buen pie, limitaron su fútbol al trabajo sucio, poco valorado en la grada y bien remunerado por el banquillo. Busquets se peló con su sombra, aplicado en rellenar las deficiencias, experto en ningunear el juego interior del adversario. Exageró las jugadas y el contacto, oscarizado su fútbol. Van der Vaart, por su parte, se desfondó en los movimientos defensivos y llegó tarde en varias jugadas, siempre con el pie por delante, con recaditos escondidos. Cuando se dejó caer en el área rival, mantuvo un mano a mano con Valdés. Falló.

- Keita. Voraz en la recuperación, aseado en lo táctico y solvente auxilio en las segundas jugadas. No perdió la posición en la medular y, aunque no tiene fútbol de salón ni destila estridentes regales, organiza al equipo desde la posición y el balón. Su presencia en el equipo ya no se discute.

- Xavi. Leyó el partido como nadie, como siempre. Él mismo se generó espacios con su generoso esfuerzo, solidario en la construcción, inteligente en los movimientos de entre líneas y definitivo en las asistencias, enfocadas a Messi. Resolvió el entuerto. Primero atendió una pared con Messi, por encima de la defensa, y después leyó un desmarque de Pedro, al hueco. Dos pases, dos goles, una estrella que no se apaga.

- Marcelo e Higuaín. El brasileño quiso proponer una alternativa, con carreras por el costado. Narcisista, sin embargo, se miró a sus piernas y no a la de los compañeros. Mucha conducción y poco pase. Fracasó en el intento. Lo mismo que Higuaín, desaparecido por completo. Quedó anulado por los centrales y resultó ser un delantero centro sin remate.

- Alves y Pedro. Alves jugó de inicio como extremo derecho. Se le presuponía que el campo se le quedaría pequeño, acostumbrado a las galopadas de 60 metros. No le hizo falta correr, atornillado al ala derecha y anudado a Arbeloa. Pedro hizo lo propio en el costado izquierdo, con Sergio Ramos como lapa. Plena expresión del ataque posicional. Con el balón controlado, Alves tuvo el pie torcido y Pedro, frágil en el cuerpo a cuerpo, acabó casi todas las jugadas, la mayoría sin acierto. Hasta que le lanzó un desmarque a Xavi, quebró la cadera de Arbeloa y definió con la zurda ante Casillas. Palabras y juego de extremos.

Pedro se escapa de Xabi Alonso.
Pedro se escapa de Xabi Alonso.EFE

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