Al llegar a meta, jamón y vino
Un recorrido en bicicleta por los 56 kilómetros de la vía verde del Guadiana que termina con unas tapas en Villanueva de la Serena. La excusa perfecta para disfrutar de la primavera extremeña
Un recorrido cicloturista con la encina como compañera experimentada e inseparable de las Vegas del Guadiana. La Extremadura desconocida, la que habla de dehesas, de grullas, de la naturaleza mejor conservada de Europa, de la costa de agua dulce más larga de España, de buenos vinos y cocina, se abre a los ojos del visitante mientras pedalea por las riberas de un río generoso y el trazado de una red ferroviaria que no llegó a tener un tren que la pisara.
Las abundantes lluvias invernales prometen la mejor primavera de las últimas décadas, y si hay una tierra donde la naturaleza revienta de vida en esta época del año, esa es Extremadura. Las grullas, las torcaces, los milanos, las abubillas y tantas otras aves que se refugian del invierno en las dehesas de esta comarca ya han puesto rumbo a sus lugares de nacencia, pero el esplendor primaveral de estos predios no queda vacío. Comenzando la vía verde en Logrosán, con la intención de coger el ritmo del pedal cuesta abajo, los sentidos comienzan a despertar con la estampa de los vallejos del río Ruecas. Una vega silvestre y arisca se reparte a ambas orillas del cauce salpicada de encinas, retamas, jaras y cantuesos, donde una vieja cortijada llamada El Lavadero recuerda el tiempo de esquileo de las ovejas merinas y el lavado de sus lanas en el río. Asomadas a los balcones de sus nidos sobre las centenarias encinas, las cigüeñas ven pasar a los nuevos viajeros del camino férreo.
Las jaras pringosas
Tres viaductos y cuatro estaciones equipadas con áreas de descanso salen al paso de los ciclistas en los 56 kilómetros de recorrido de la vía verde. Pero son los paisajes los que embriagan a lo largo de todo el camino, el olor dulzón de las jaras pringosas, los colores revividos tras el invierno y el atempero cálido del mes abrileño dejan su huella tras cada golpe de pedal.
Pasado Madrigalejo y su vetusta estación se dejan a la espalda las onduladas dehesas para entrar en las llanadas que adivinan el Guadiana cada vez más cerca. Los canales de Orellana y del Zújar y los campos de arroz y fruta recuerdan que se entra en las tierras de aquel Plan Badajoz de los años cincuenta que reconvirtió la vega en cultivares de regadío. El tramo final de la ruta se mete de lleno en las aguas del Guadiana salvando su corriente por encima de un espectacular viaducto. Metidos en Villanueva de la Serena, la senda termina en la vieja estación, pero es recomendable dar una vuelta por el centro histórico de esta antigua villa extremeña y su castillo de La Encomienda, levantado sobre las ruinas de la alcazaba de Mojafar tras su conquista.
El tren que nunca pasó
El interés por las minas de fosfatos de Logrosán fue el origen del proyecto ferroviario que quiso unir las localidades de Villanueva de la Serena, en Badajoz, y Talavera de la Reina, en Toledo. En 1920, cuando se pergeñó el famoso Plan Guadalhorce que pretendía extender una vasta red de ferrocarriles por toda España, los fosfatos extraídos de la mina de La Constanza, utilizados como fertilizantes, se consideraban una revolución para la agricultura. De estos pozos salía la mitad de la producción que se repartía por toda España. El negocio era redondo, había que poner el mineral en la red principal Madrid-Badajoz-Lisboa.
A finales de los años veinte comenzaron las obras con la participación de legiones de obreros, hasta que la Guerra Civil y la posguerra provocaron la suspensión de las obras. A finales de la década de 1950, el tramo entre Villanueva y Logrosán estaba terminado, pero la vía no llegó nunca a entrar en servicio. La apuesta por el transporte por carretera y un informe en 1963 del Banco Mundial condenó a muerte a todos los proyectos ferroviarios de la época. Su sentencia sobre la ruina económica del transporte por ferrocarril provocó el abandono de la línea férrea cuando estaba a punto de entrar en funcionamiento.
Las trazas viarias hasta la localidad cacereña de Guadalupe se mantuvieron abandonadas hasta que en 2001 un consorcio de ayuntamientos de la vega del Guadiana, con el apoyo económico del Ministerio de Medio Ambiente, puso en marcha su conversión en vía verde. En el verano de 2007 quedó inaugurado el tramo entre Villanueva de la Serena y Logrosán, una primera etapa que pretende tener continuación en un futuro hasta Guadalupe.
Una red sobre raíles
Desde 1993, la Fundación de los Ferrocarriles Españoles coordina a nivel nacional el proyecto de recuperación de los viejos trazados ferroviarios en desuso para reconvertir sus hechuras olvidadas en caminos naturales para el disfrute turístico. Más de 7.600 kilómetros de líneas férreas fuera de servicio pretenden ser rescatadas del olvido y recuperar sus valores históricos y culturales para una oferta ecoturística cada vez más interesada en este tipo de iniciativas.
Más de 1.700 kilómetros de los antiguos caminos del tren ya se han reconvertido en 70 vías verdes (www.viasverdes.com) por toda España. La accesibilidad y facilidad de su trazado las hacen referente para iniciarse en el cicloturismo. La recuperación de 59 estaciones acondicionadas para diferentes usos turísticos y culturales también ha impulsado el desarrollo rural de sus comarcas.
Sabores de la Ribera
Extremadura camina despacio hacia el reconocimiento internacional de sus excepcionales valores naturales, culturales, paisajísticos, gastronómicos y ahora también enoturísticos. Aunque se tienen referencias de los vinos de la Ribera del Guadiana desde 500 años antes de Cristo en la ciudad de Medellín, ha sido el siglo XXI el que ha reconocido por fin su calidad.
Terminar esta ruta en Villanueva de la Serena, enclavada en la Ribera Alta del Guadiana (www.riberadelguadiana.eu), y degustar el tapeo gastronómico extremeño, con su jamón ibérico y sus quesos de cabra y oveja merina acompañados de un vino de la denominación de origen de estas vegas, es la recompensa que cualquier ciclista quisiera al llegar a la meta.
Guía
Dormir
» Casa del Marqués (www.lacasadelmarques.es; 927 36 01 69). Logrosán. Casón rehabilitado con jardines y restaurante. La habitación doble, 60 euros.
» Casa El Portalón (www.crelportalon.com; 927 36 02 18).
Logrosán. Casa de labranza de principios del siglo XX en torno a un patio. Cocina tradicional. La doble, 45 euros.
» Casa La Lozana (www.lalozana.com; 924 86 04 28).
Navalvillar de Pela. Casona restaurada del siglo XVIII, catalogada con 3 encinas, máxima categoría del turismo rural extremeño. La habitación doble, 60 euros.
» Hotel Al Jardín (www.aljardin.es; 924 84 91 65).
Villanueva de la Serena. Pequeño hotel ajardinado con restaurante de cocina extremeña. La doble, 45,50 euros.
Información
» Turismo de Villanueva de la Serena (www.villanuevadelaserena.es).
» Senderismo (www.senderismolaviaverde.blogspot.com).
» Extremadura (www.turismoextremadura.com).
» Vías Verdes (www.viasverdes.com).
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