Quevedesca
Estaba ya un poco perplejo por la aparición de unos versos inéditos de Quevedo hallados en la bella Évora y llevado de la curiosidad malsana me hallé husmeando el sumario del caso Gürtel, no los 50.000 folios, que para eso pagan a la judicatura, sino fragmentos de escarnio y maledicencia de ese porte quevedesco, como cuando el ínclito Correa le compra unos trajes al Albondiguilla, en la vida real alcalde de Boadilla del Monte.
Poco ha cambiado el reino desde que aquel caballero de lo Orden de Santiago lo describiera con chanza y sorna en sus inolvidables versos. Poco a juzgar por el catálogo de aberraciones y corruptelas que van tejiendo los sastrecillos valientes de la era que vivimos, poco, por no decir nada, a la vista del poco asombro que suscita entre las filas populares que un ex presidente se compre un palacete o que el hombre de las gafas oscuras sigo gobernando el cantón de La Plana aunque haya pruebas de unos milloncejos de euros de chanchullo.
Tan carnavalero es el ruedo que el licenciado Feijóo le come la orejilla a la marquesa Aguirre
Y eso por no dar la murga con aquellos fastos que reunieron en el monasterio escurialense no ha mucho a la flor y la nata de los sastres y los chaqués en aquella magna ocasión en que se celebraron los esponsales de la pequeña Ana con el constructor Agag, que fue como el matrimonio del ladrillo con el cemento armado.
Tan carnavalero es el ruedo que hete ahí a nuestro licenciado Feijóo comiendo la orejilla a la marquesa Aguirre y Gil de Biedma cada vez que acude a las cortes de Madrid y dando consejos a mansalva de pureza e integridad que el adalid de las cajas confederadas mucho entiende de encomiendas y obras pías, sin ir más lejos, las mismas que le llevaron a saludar al Papa en Roma para agradecerle que sea la estrella de este Xacobeo. Ahora que los chinos han expulsado a Google y a Dylan por infieles aquí apostamos por ese guardián de la ortodoxia y vamos a dar esa imagen entera y carolingia al gusto de la Universidad de Ratisbona.
Crecido va el río e incluso nuestro licenciado se apresta a confirmar que no habrá nueva batalla con molinos de viento en esta reedición del concurso eólico, y que por donde él pisa sólo hay paz y concordia a no ser en asuntos de lenguas que la vernácula anda ya rebotada y fuera de quicio por mor de esos literatos que siempre andan llorando. A lomos de un Citröen anda nuestro hidalgo que es muy amigo de las industrias propias y si a los caudales se mira pronto tendrá un nuevo monte de piedad que por mucho que se diga a mí me late que es mejor tener dos cerdos en montanera que uno bien cebado, pero al no ser ducho en la materia los tiempos habrán de confirmarlo.
Y es que allí donde se mire pocos hallarán humor y si el gesto circunspecto y grave de los nuevos adalides del cotarro: gentes toda ella de trajes bien cortados y que no se paran en jarras si hay que hacer un chalecito al lado del litoral o comprar a un edil con la duda de la píldora posabortiva o esas alianzas de masones que va clamando ZP por los foros del planeta. Y como hay desánimo en los tercios y cada vez es más larga la cola para la sopa boba de los pobres y como abundan los informes que esto no lo remedia ni el ministro de Fomento pues está la vaina en ese punto que cuanto peor mejor y no importa que no sea la hora de lucir esos muchos quilates en la pulsera o comprarle una nueva carroza al de gobernación o mismo al de la hacienda, puesto que la moda es la de andar caliente y reírse la gente.
¿Cómo no va a ser el reino tierra de piratas si hasta Hollywood anda preocupado de que vayamos a convertirnos en un negocio de corrala? ¿Quién pensaría a estas alturas de la civilización todavía hailos que declaran la lidia cosa de interés cultural? ¿Y no son los mismos que derriban muros de interés cultural?
Habida cuenta de los hechos, este humilde escriba no halla mejor salida que comprarse uno de esos muñecos Reborn que hacen en Palmeira, tan reales, tan vudú, y sentarse en la playa de la Corna a leerle a Quevedo. Antes que la política cualquier vicio solitario.
