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Reportaje:

Pinchadiscos con orgullo

Nace en Alicante la primera asociación de 'disc-jockeys' contra el intrusismo y por la dignificación de sus condiciones laborales

"Una persona que compra pintura y pincel no es que sea pintor, al igual que alguien que pincha música en un cumpleaños no es un disc-jokey, para esto hay que tener técnica y pasión". Esta reflexión la hace Cristian Roldán, de 32 años, pero que empezó a pinchar música en bodas, comuniones y otras celebraciones a los 14 años. Ahora trabaja por libre en hoteles, restaurantes y discotecas. "Hay que tener algo especial para pinchar", admite este apasionado de la música house y tecno, quien asegura que su oficio no se aprende en las escuelas ni en las universidades. "Hay que hacer vibrar al público, conectar con la gente para que baile hasta la madrugada", recuerda.

Ángel Tejada, alias Dj-Killscream, tiene 21 años y empezó a los 14 a pinchar encerrado en la habitación de su casa. "El problema es que somos muchos para pocas salas, y cualquiera que juega a pinchar se piensa que es un profesional", admite este joven, que intenta profesionalizarse. Él es amante del vinilo "que no debe morir nunca", por eso prefiere pinchar en platos antes que en ordenador. "Cuando estás en la pecera eres el amo de la noche, cientos de personas bailan lo que tú quieres".

"En la 'pecera' eres el amo de la noche, bailan lo que pones"
"El que pincha música en un cumpleaños no es 'disc-jockey"

En la provincia de Alicante hay más de un millar de discobares y 154 discotecas. La mayoría dispone de pinchadiscos. Con el objetivo de "defender y promover" la profesión ayer se presentó en el espacio Camon de la CAM de Alicante la primera asociación Deejay-Group, que se abre a profesionales y aficionados. "El problema es empezar; uno es joven, tiene ganas, pero no tiene medios, ni dinero; por eso hay que ayudarle", apunta Martín Dornell, miembro de esta asociación cuya web es www.deejaygroup.es.

Entre sus preocupaciones figura la situación laboral, cuyo convenio vigente data de 1998. La ley recoge que un pinchadiscos debe cobrar un mínimo de 26 euros por sesión, que son cinco horas de música por noche, una cantidad "insuficiente y desfasada", ya que la horquilla de tarifas oscila entre los 40 euros de mínima y los 80. Si se trata de un disc-jockey profesional, y con proyección, ya se superan los 350 euros.

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Los pinchadiscos también están preocupados por los problemas con la SGAE por los derechos de autor o el creciente intrusismo profesional. Miguel Martínez se lamenta de la percepción que tiene la gente que se piensa que "estamos toda la noche de fiesta y encima nos pagan, cuando esto es un trabajo, que nos gusta, pero como otro cualquiera".

Y Pakito Baeza, percusionista internacional, aplaudía ayer esta iniciativa, que confía en que sirva para "abrir un hueco" a profesionales con dificultades, y recuperar, al mismo tiempo, la época dorada de la movida de los ochenta.

Un pinchadiscos, ayer, en la presentación del espacio <i>Camon, </i><b>en Alicante. </b>
Un pinchadiscos, ayer, en la presentación del espacio Camon, en Alicante. Joaquín de Haro

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