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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¡Qué bien vemos 'Fray Escoba'!

La programación de la televisión analógica ha dejado de emitirse por este canal. Puede seguir visualizando

este programa en TDT. Más información: 901 20 10 04". Este texto informó ayer a casi 17 millones de telespectadores de Madrid, Barcelona y Sevilla de que la televisión analógica ya era cosa del pasado. En muy pocos días, 44 millones de españoles sólo verán la televisión a través de la conocida como TDT, Televisión Digital Terrestre.

La estética, un rótulo escrito en un cartel blanco que más parecía cosa de la televisión de hace 60 años que del anuncio de la llegada de la ultramodernidad, ese pedante uso de visualizando, con lo bonito que es viendo, y alguna que otra frase ingeniosísima del ministro del ramo -"la Televisión De Todos"- han dotado de poco glamour a las exageradas prisas de esta operación en la que se ha empeñado el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

Siempre es difícil oponerse a la modernidad y a los avances tecnológicos. Bienvenida, pues, sea la Televisión Digital Terrestre, que ofrece grandes posibilidades de ampliación del espectro radioeléctrico -32 canales de cobertura estatal-, así como una mejora de la calidad de la imagen y el sonido. Luego vendrá, si es que viene, la interactividad, vendida al comienzo del proceso de cambio de antenas como una de las grandes ventajas del nuevo sistema.

Pero seguramente los telespectadores se harán algunas preguntas: ¿hacía falta gastarse con tanta premura 280 millones de euros para ser los primeros de la clase en Europa? ¿Añaden gran calidad visual, informativa, creativa al panorama audiovisual español esos nuevos canales, cuya gran aportación consiste en sentar alrededor de una mesa a unos cuantos contertulios?

Y sobre todo: ¿teníamos que hacer los usuarios, justo en estos momentos de crisis, esas inversiones en televisores o descodificadores, para que las cadenas sigan ofreciendo toneladas de telebasura, incluida la ideológica de la ultraderecha? ¿O será, quizá, para que sigamos visualizando Los Diez Mandamientos, Ben-Hur o Fray Escoba? No estaría de más que tanta modernización tecnológica viniera acompañada por una aceleración de los directivos de las cadenas para acercarse, al galope, al siglo XXI.

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