Ibrahimovic mantiene la luz encendida
El Barça resuelve un partido muy difícil en Mallorca con un gol a la salida de un córner y las paradas de Valdés
El mundo apagó la luz en un gesto simbólico mientras el Barcelona jugaba en Palma. Por una vez, los azulgrana renunciaron a ser solidarios. Así que dejaron las luces de la Liga encendidas con una victoria trabajada como pocas. El Barça puso todo de su parte y reivindicó su incombustible voluntad de defender el título. En un campo en el que sólo había ganado el Sevilla, Pep Guardiola prescindió de Messi de inicio, pero encontró a Ibrahimovic para superar al equipo de Gregorio Manzano, que juega de memoria. Los rojillos remataron dos veces al palo y tuvieron su oportunidad de ganar al campeón, que terminó el partido arremangado, con Milito y Puyol en plan estelar, haciendo bueno el gol de Ibra.
MALLORCA 0 - BARCELONA 1
Mallorca: Aouate; Mattioni, Nunes, Ramis, Ayoze; Borja Valero, Mario Suárez (Keita Otchico, m. 76), Martí, Castro (Webó, m. 90); Víctor (Julio Álvarez, m. 58) y Aduriz. No utilizados: Luz; Josemi, Rubén, Varela.
Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Milito, Maxwell; Iniesta (Messi, m. 50), Touré (Xavi, m. 60), Keita; Pedro, Ibrahimovic y Jeffren (Jonathan dos Santos, m. 75). No utilizados: Pinto; Márquez, Bojan y Chigrisnki.
Gol: 0-1. M. 63. Xavi bota un córner, Puyol acude al remate, Martí toca la pelota, rechaza Aouate y remacha Ibrahimovic.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Milito, Ramis, Mario Suárez, Aduriz, Castro, Keita y Alves, que no jugará ante el Athletic.
Ono Estadi: 19.965 espectadores (no se llenó).
Los azulgrana acabaron achicando balones ante un rival que remató dos veces a la madera
Guardiola tenía muy claro con quién se jugaba los cuartos, de manera que decidió dar descanso a Messi a conciencia. Tras 15 partidos como titular, seguramente le tocaba. Le pedía el cuerpo al técnico recuperar el dibujo tradicional. No se cortó un pelo y se la jugó con Pedro y Jeffren para acompañar a Ibrahimovic. No era un sinsentido. El del Ono Estadi es un terreno de juego muy ancho y fijando a los dos atacantes de banda, dos extremos con profundidad y desborde, entendió que encontraría el camino al gol por dentro y por fuera. Así fue. Alves, muy espeso, y Maxwell jugaron prácticamente de interiores e Iniesta halló desde donde manejar el cotarro bastante centrado. Desde ahí, sacó el diapasón y el equipo jugó a su criterio.
La alineación causó daños colaterales en Henry, que vio el partido desde la grada, junto a Piqué, porque Milito volvió a acompañar a Puyol en la defensa. Touré, de mediocentro y Keita como volante por la derecha, se fajaron en la pelea contra un equipo muy ordenado, tremendamente trabajado, que esperó al campeón con un clásico 4-4-2, convencido de que, si jugaba sus cartas con acierto, terminaría pillando una buena mano. De hecho, quedó claro que habría partido desde el principio y la victoria no se le escapó al Barcelona por los pelos y porque sufrió para conseguirla.
Se volcaron los bermellones de salida sobre el área de Valdés y en tres minutos remataron otras tantas veces a puerta. En la misma jugada, en el minuto dos, Aduriz mandó un misil al palo y el rechace lo recogió Castro. No fue gol porque Valdés lo impidió con una excelente intervención. Al Barça le bastó que Iniesta cogiera el balón y pusiera en marcha el péndulo para hacer recular al Mallorca. Se lo cobró acribillando a Aouate. Pedro marcó, pero su gol fue anulado por supuesto fuera de juego; Aouate le sacó a mano cambiada a Milito un cabezazo que buscaba la escuadra; el portero también le ganó la acción a Ibrahimovic por dos veces y, finalmente, vio pasar un obús de Jeffren rozando el larguero de su portería. El Barça jugó bien porque, tan pronto dio un paso al frente Milito para saltarse la primera línea de presión e Iniesta activó a los extremos, encontró en corto y en largo a Ibrahimovic, que se activó mucho y pareció jugar tan cómodo con Nunes y Ramis soplándole la nuca como aprovechando el tranco para perfilarse y ofrecerse al espacio libre.
Más insistió el Barça, más trabajó el Mallorca, que en el último remate del primer tiempo -una falta sacada por Borja Valero- volvió a estrellar la pelota en el palo. Nada más empezar el segundo tiempo, Iniesta pidió el cambio y apareció Messi. No se inmutó Manzano, que aguantó igualmente la salida de Xavi. Necesitado de un gol que le diera el partido y le mantuviera en la pomada por el título, el Barça tuvo más paciencia que pegada. El partido entró en zona peligrosa porque el Mallorca se defendía bien hasta que se desatascó en un córner: lo sacó Xavi, remataron Puyol y Martí al unísono, rechazó Aouate e Ibrahimovic empujó a la red. Más allá del gol, el partido del sueco fue tan enorme como su asistencia a Messi con la espalda. No fue gol y el Barça lo acusó porqué acabó achicando balones en su área. A veces alcanza con un gol.
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