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Columna
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Fichajes y gallinas

Los dos grandes partidos refuerzan sus filas ante las elecciones autonómicas más reñidas de la historia, por lo incierto del resultado. El socialista José Griñán ha tomado ejemplo del Barça y ha tirado para su nuevo gobierno de gente de la cantera. Por el contrario, el conservador Javier Arenas ha elegido el estilo Florentino y anda a la caza de estrellas mediáticas.

Griñán, una vez asumido el liderazgo del PSOE, ha formado su segundo gobierno con absoluta libertad. No ha aceptado el encargo de suceder a Chaves para ser un simple paréntesis en la presidencia de la Junta o dejar que otros le hagan su equipo.

Por tanto, la primera crítica que le hace la oposición es falsa: su número dos en el Ejecutivo, Mar Moreno, no es una imposición de Rodríguez Zapatero. La ha elegido Griñán porque cree que es una persona con una gran capacidad política. Esa buena opinión no es de ahora.

Hace siete años, Moreno pronunció una conferencia en un conocido foro político sevillano. Griñán, que estaba presente y que entonces era simplemente diputado, declaró haberse sentido "seducido" por el discurso de Moreno. El flechazo, pues, viene de antiguo.

Moreno había seducido también al antecesor de Griñán. En efecto, en el año 2000 el entonces secretario general del PSOE andaluz, Manuel Chaves, la nombró vicesecretaria general, es decir, su número dos. Por último, la nueva portavoz del Gobierno encandiló a Zapatero cuando formó parte de la ejecutiva federal, como recordaba el presidente en la inteligente entrevista que le hizo Mabel Mata, en Canal Sur, el pasado domingo. Zapatero afirmó que su candidato para sustituir a Chaves era Griñán, no Moreno. Eso sí, señaló que ésta es "uno de los valores más importantes" que tiene el PSOE, en Andalucía y en España.

Javier Arenas, que parece tener secretas claves que los demás desconocemos, afirma que Griñán ha nombrado "oficialmente" sucesora a Mar Moreno al encargarle la cartera de Presidencia y la portavocía del Gobierno. Porque, sostiene el avispado dirigente de la derecha andaluza, Griñán es un presidente "interino".

Hace un año, cuando Griñán relevó a Chaves, dijo que era un "mandado". Es más, afirmó que carecía de legitimidad para ocupar la presidencia, en una perversa manipulación de lo que la Constitución ordena, porque no había "pasado por las urnas".

Para Arenas, todos los nombramientos y relevos que se hacen en las filas socialistas son "más de lo mismo", esa frase tan manida que tanto utiliza. Sin embargo, los que él realiza son fichajes extraordinarios. Los dos últimos, el del ex socialista Juan José Cortés y el del andalucista Antonio Moreno, demuestran todo lo contrario: que el oportunismo son la máxima que preside la acción política del dirigente popular.

En el caso del padre de Mari Luz, la niña asesinada en Huelva, se trata todavía de algo peor: estamos ante una grosera explotación de la angustia y el dolor de un padre con fines políticos.

Y qué decir del fichaje del ex alcalde Antonio Moreno, que presidió durante 15 años el municipio de San Fernando bajo la bandera del Partido Andalucista (PA). Arenas, en su afán por limpiar la deteriorada imagen del PP en relación con Andalucía, recoge los despojos del PA.

Pero tendría que fichar al mismísimo Blas Infante, si posible fuera, para ocultar el desprecio que la mayoría de los dirigentes populares sienten por esta tierra.

En los últimos tiempos, han proferido insultos de todo tipo. Alejo Vidal-Quadras llamó "cretino y subnormal" al padre del andalucismo; Ana Mato habló de "niños analfabetos"; Juan Carlos Aparicio, de "andaluces indolentes"; Montserrat Nebrera se mofó del "acento de risa" de Magdalena Álvarez; la inefable Esperanza Aguirre nos recomendó "salir del adocenamiento" y ahora nos llama gallinas.

Y el siempre locuaz Arenas, callado.

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