El puerto nos da la espalda
Cuando hace 32 años, con la maleta vacía de experiencia pero llena de ilusiones, junto a mi compañera, decidí vivir en Natzaret, barrio de pescadores, antiguo lazareto, constaté que se trataba de un barrio muy agradable por su urbanidad, que gracias o a causa de su situación geográfica no era un barrio dormitorio más. Sus casas de una altura, las zonas verdes (mejor libres porque no estaban diseñadas) permitieron que fuera una de las zonas de Valencia con más espacio libre por habitante.
Pero era un barrio constreñido urbanísticamente entre dos realidades: El puerto de Valencia al este y la zona industrial que el Plan General de 1956 vigente definía en la zona conocida hoy como Moreras II.
El puerto de Valencia, permanente en su expansión y de espaldas a la ciudad, en una operación urbanística, creo que vergonzante, con el beneplácito de la Administración y ante la indiferencia de la ciudadanía, destruyó la playa sur de Valencia, la playa de Natzaret. El lema fue "sacrificar el sur para ganar el norte".
La zona industrial, gracias al tejido asociativo del barrio generado por el grupo de individuos que dio vida a la AA VV del barrio de Natzaret, desapareció de la planificación urbanística con el nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Valencia de 1988 y esto permitió la conexión del barrio con la ciudad por el oeste. Recuerdo con nostalgia las reuniones con Lloret, concejal de Urbanismo por entonces, y con el equipo técnico de redactores del plan, y digo con nostalgia por la falta de comunicación y trasparencia con el resto de organizaciones sociales en la actual redacción de la modificación del Plan General. ¡Son los tiempos que nos toca vivir!
En el momento actual, con la continua presión del puerto sobre la ciudad, en mi opinión, no es Valencia la que está de espaldas al mar, es el puerto el que está a espaldas de la ciudad. Véase como ejemplo el desastre del resultado del terreno de huerta calificado inicialmente como huerta protegida por su calidad, posteriormente recalificado para Zona de Apoyo Logístico del puerto (ZAL) en el sur de Natzaret, expropiado en algunos casos con violencia física y legal, y en la actualidad abandonado y en espera de alguna solución; o la degradante solución al viejo y para mí amado cauce del río Turia, convertido en su final en una rotonda circulatoria encauzado como un vulgar saneamiento, y la política de grandes eventos de la Fórmula 1 o la Copa del América, que al barrio de Natzaret no le han traído más beneficios que los que supone la lógica remodelación de infraestructuras pero que genera perjuicios, no sólo en los días previstos, sino durante todo el año.
El barrio de Natzaret, como final de la ciudad, y gracias a su tejido humano, a su voluntad de resistir, a pesar de su no entendible relación con el puerto, o quizá por ella, exige, y en ello estamos, una solución integradora que en mi opinión pasa por un modelo de ciudad en el que se conjuguen los aspectos económicos con los vivenciales, un modelo compartido que no explique la necesidad de soluciones que rompan el tejido urbano como en El Cabanyal, o que nos permita recuperar la profunda relación del barrio con el mar, cuestión que no es incompatible con el desarrollo del puerto. Sólo se trata de que nos entendamos.
Jaume Cort Aznárez es arquitecto.
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