El 27 ya es leyenda
Una muestra recorre aspectos esenciales de la generación
El escritor Ernesto Giménez Caballero pergeñó un cartel que se iba a convertir en histórico en 1927. Lo hizo, curiosamente, el mismo año que da nombre a la generación que protagonizó la edad de plata de la cultura española. El cartel, que llevaba por título Universo de la literatura española contemporánea, ofrecía una galaxia de planetas y satélites que retrataba la riqueza cultural de un tiempo irrepetible. Como astros formidables destacaban por su gran tamaño Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez o Ramón Menéndez Pidal. Pero empezaban a concitar la atención jóvenes poetas como Rafael Alberti, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o Jorge Guillén con un brillo todavía incipiente.
El cartel de Giménez Caballero sirve de mapa general de una exposición sobre la Generación del 27 que se inauguró ayer en la Sala Santa Inés (calle de Doña María Coronel, 5), en Sevilla. La muestra ¿Aquel momento ya es una leyenda?, que está organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, la Consejería de Cultura y la Residencia de Estudiantes, ha pasado por Madrid y se podrá visitar en Sevilla hasta el próximo 20 de junio.
La exposición, que fue presentada por la consejera de Cultura, Rosa Torres, recorre aspectos esenciales de la Generación del 27 a través de la literatura, las artes plásticas, la música, el cine y el teatro. La muestra, cuyo comisario es el catedrático Andrés Soria Olmedo, toma como base temporal los años 1927 y 1928. Dos centenares largos de piezas (maquetas, fotografías, dibujos, pinturas, primeras ediciones de libros, revistas...) sustentan el recorrido. La muestra presenta hitos como los diseños teatrales de Lorca o los dibujos de Picasso alusivos a Luis de Góngora, el poeta cordobés cuyo amor a la palabra más destilada y pura le convirtió en emblema de los autores del 27.
La monarquía de Alfonso XIII se acercaba a pasos ciegos hacia su final mientras los jóvenes escritores llenaban España de revistas que daban cuenta de sus inquietudes. La muestra presenta, así, páginas de La Gaceta Literaria, Revista de Occidente, Litoral, Mediodía y otras publicaciones que abonaron el panorama creativo con experimentos conceptuales, ensoñaciones románticas y recreaciones de la tradición popular.
Los libros de los escritores que se abrían camino en una España que huía de telarañas decimonónicas también ocupan un lugar preponderante. Los ejemplares de unas obras que buscaban el debate intelectual y el intercambio de palabras se repiten en la muestra. El obispo leproso, de Gabriel Miró; un libro de César M. Arconada sobre Debussy; El jardín de los frailes, de Azaña; El alba del alhelí, de Alberti; un sainete en tres actos de Azorín; Enemigo que huye, de José Bergamín, o Ámbito, de Aleixandre. Son escalones de un edificio que acercaba a España a los países más prósperos de Europa.
La música tuvo una relación inextricable con ese universo que fundía talento juvenil con la obra asentada de la Generación del 98. Partituras de Manuel de Falla y Adolfo Salazar entablan diálogo con las propuestas musicales de Ernesto y Rodolfo Halffter. La obra plástica de artistas como Manuel Ángeles Ortiz, Salvador Dalí, Gregorio Prieto, Benjamín Palencia o Ramón Gaya se une a los dibujos de Lorca. Y el cine, el arte del siglo XX que amaron muchos poetas del 27, deja un poso de su riqueza con algunos fragmentos.
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