Elvira Lindo recuerda a Mark Spitz
Chavales preguntan a la escritora sobre su vida y sus libros en Coria del Río
"¿Cuándo eras chica quién era tu ídolo?", preguntó ayer una adolescente a la escritora Elvira Lindo. "Debía de tener un angelito o una virgencita y los quité. Y puse un póster del nadador Mark Spitz. Era guapísimo. Puse a ese hombre con el pecho desnudo y siete medallas de oro. Me volvió loca. Y también Johan Cruyff. Me enamoraba de alguno de éstos. Pensaba que cuando tuviera 10 años más y me encontrara con Mark Spitz, nos casaríamos. Siempre me imaginaba casándome con el de las medallas", recordó la novelista.
Lindo (Cádiz, 1962) mantuvo ayer un encuentro con decenas de chicos de entre 13 y 17 años en la biblioteca del Instituto de Enseñanza Secundaria San José de Coria del Río (Sevilla). El acto se encuadró en El placer de leer, una iniciativa promovida por la Diputación de Sevilla.
Los adolescentes esperaron con expectación a la novelista en una sala abarrotada. Los tomos de la enciclopedia Espasa parecían desprender sabiduría con su aspecto desgastado. Y había muchos libros de bolsillo manoseados y con trazas de algo tan saludable como haber sido leídos muchas veces. Imágenes de escritores como Juan Valera, Manuel Altolaguirre, Francisco Ayala, María Zambrano o Rafael Alberti salpicaban las paredes.
Muchos de los chavales blandían en sus manos como un fetiche la novela El otro barrio (Alfaguara), que centró gran parte del acto. Y lanzaban sus preguntas con la precisión del que se encuentra cara a cara con el dueño de secretos y arcanos que pueden desvelarse con unas cuantas palabras. Pero ni siquiera Lindo podía saciar toda la curiosidad. "¿Por qué dejó un final abierto en El otro barrio?", inquirió un adolescente con el ansia de exactitud con el que los muy jóvenes intentan cuadrar la riqueza del mundo.
"Las historias de los niños, los cuentos que leemos cuando somos pequeños, tienen un principio, un desarrollo y un final. Ese final lo cierra todo. Parece que ahí se acaba la vida de las personas. El problema es que la vida no es exactamente así. En la vida el final definitivo es la muerte. La vida de las personas no acaba donde acaba un libro", explicó la novelista. "De una historia sólo sé lo que sucede ahí. No sé más. No sé lo que les va a pasar en el futuro a los personajes", dijo. El acto acabó con una salva de aplausos y Lindo se acercó a cada chaval para dedicarle su libro.
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