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Reportaje:

La seducción de la letra

El Archivo alavés ofrece un taller sobre escritura - Alumnos de las Aulas de la Experiencia y de Bachiller practican con cálamos y plumillas

¿Cómo se explica a los estudiantes de Bachillerato o los veteranos alumnos de las Aulas de la experiencia la importancia que tiene un archivo que recoge los fondos notariales y la documentación oficial de la Administración central en su territorio? En esa tarea está inmerso el Archivo Provincial de Álava desde hace un par de años: primero fue una exposición sobre el campo de concentración de Nanclares, basada en la documentación que alberga; luego una muestra sobre la represión franquista con materiales inéditos. Ahora llega un taller sobre la escritura a lo largo de la historia, en colaboración con el Ayuntamiento de Vitoria.

Todo ello para reivindicar unos fondos que cuentan con material desconocido, como muchas escrituras de propiedad del señor de Larrea, Juan Pérez de Lazarraga, el autor de la famosa obra del siglo XVI que ha revolucionado la historia de la literatura vasca. "El estudio de esta documentación, desconocida hasta el momento, puede completar la peripecia vital de este personaje clave en la historia de Álava", explica José Antonio Sainz Varela, director del Archivo.

El Archivo alavés lleva dos años difundiendo lo mejor de sus fondos
Los estudiantes ven el testamento del General Álava o un legajo de José Bonaparte

Mientras, Cristina y Susana, las restauradoras del centro, explican a un grupo de alumnos de Bachillerato cómo recuperan los libros notariales del Archivo. Supone una tarea abrumadora si se tiene en cuenta que alberga toda la literatura de este ámbito generada en Álava desde el siglo XVI hasta la actualidad.

Entre esos legajos, los alumnos descubren el primer testamento del General Álava antes de partir a la batalla de Trafalgar o la compra por José Bonaparte del Palacio de Montehermoso, un obsequio a su amante vitoriana.

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Antes de comprender esos libros antiguos, los bachilleres han tenido la oportunidad de recorrer la historia de la escritura para imaginarse la labor de aquellos escribanos que trabajaban para los notarios. Empiezan manejando reproducciones de las tablillas egipcias o mesopotámicas o de rollos de pergamino romanos, para luego practicar con los instrumentos que se emplearon a partir de la Edad Media, como el cálamo o la plumilla.

El momento más atractivo llega cuando les enseñan a cortar una pluma de ave y escribir luego con tinta de la época. "Para su elaboración se empleaban agallas de roble, goma arábiga, vinagre en el que se habían macerado unos clavos de hierro, entre otros ingredientes", recuerda Susana.

Con esa tinta se escribieron unas de las joyas del Archivo, que se van a recuperar para su estudio: unos 300 pergaminos de misa del siglo XI, con los que se encuadernaron libros 500 años después, y que conservan música religiosa en notación aquitana de la que apenas se tiene noticia. "Quizás tengan menos morbo que las propiedades de Bonaparte en Vitoria, pero sin duda son más atractivos para los eruditos", concluye Sainz Varela.

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