Los sondeos dan la victoria a la izquierda en las regionales francesas
Todos los sondeos coinciden: en las elecciones regionales francesas, cuya primera ronda se celebrará el domingo, la izquierda recuperará el terreno perdido a costa del centro-derecha de Nicolas Sarkozy. Hay encuestas que sitúan al Partido Socialista francés (PS) por encima de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy por dos o tres puntos. Si se tiene en cuenta, además, al resto de partidos de izquierda, que junto con los ecologistas reúnen un porcentaje superior al 15%, y que el Frente Nacional arañará un 8%, el pronóstico es evidente: Sarkozy se prepara para un voto de castigo a la mitad de su mandato presidencial.
En las regionales celebradas en 2004, la izquierda, aupada por una alta participación (65%) y por una marea ciudadana decidida a castigar a Jacques Chirac, logró todas las regiones menos dos: Alsacia y Lorena. Esta vez hay una diferencia: todo apunta a que la participación será escasa. Uno de cada dos franceses asegura no tener interés en estas elecciones.
El paro, la crisis y una campaña sin interés auguran un castigo a Sarkozy
La campaña ha sido pobre, rácana y sucia. Derecha e izquierda han recurrido al golpe bajo y a los escándalos menores. Los medios de comunicación la siguen un poco a rastras, conscientes del poco eco popular que despierta.
El desplome previsto de la participación y el previsible ascenso de la izquierda dan fe, de cualquier manera, de una población cansada de un presidente que no logra sacar al país de la crisis. La tasa de popularidad de Sarkozy se encuentra más baja que nunca. Es cierto que Francia aguanta mejor la tempestad económica que otros países de Europa, incluida Alemania, pero también lo es que el paro no deja de subir (ya está en el 10%) y que nada apunta a un descenso este año. Tampoco han ayudado a levantar los sondeos el explosivo debate sobre la identidad nacional, abortado a la carrera semanas antes de las elecciones, y las sucesivas polémicas que han envuelto el Gobierno de Sarkozy desde el otoño: los viajes como turista sexual del ministro de Cultura Frédéric Mitterrand y la pretensión de Jean Sarkozy, hijo de Nicolas, de presidir La Défense, el más poderoso barrio de negocios de París.
En el PS, la previsible victoria servirá de revulsivo para el lánguido liderazgo de Martine Aubry, elegida primera secretaria regional en noviembre de 2008 y cuestionada desde entonces.
Pero no todo es tan simple: Ségolène Royal, ex candidata presidencial, la rival de Aubry en aquel congreso de 2008 y todavía una de las dirigentes socialistas con posibilidades para disputarle la supremacía en el PS, es presidenta regional de Poitou-Charentes, se presenta a la reelección y todo apunta a que timoneará una victoria aplastante.
De manera que es posible que la cantada derrota de Sarkozy recoloque a estas dos mujeres, de nuevo, frente a frente antes de ser candidatas en las elecciones presidenciales de 2012.
Con todo, con una abstención prevista tan elevada, nadie se fía. En teoría, beneficia a la derecha. Y Martine Aubry lo recordó hace poco: "Lo peor que nos puede pasar es creer que lo tenemos ganado".
Desde el otro lado, el centro- derecha de Sarkozy sabe que muchos de los que se quedarán en casa son votantes decepcionados. Por eso confían en que la mayor implicación en la recta final de la campaña de su líder -aun maltrecho y con la popularidad menoscabada- movilice a los más descreídos de entre sus fieles y permita salvar la cita electoral.
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