Desencantando a Zambrano
María Zambrano fue algo así como una submarinista del pensar, la filósofa del logos sumergido, de eso que clama por ser en el fondo de la razón, decía. No es extraño por tanto, que, si se inicia con Zambrano esta bajada abisal al turbio caos primigenio del pensar, en la que no puede hacerse otra cosa que "dejar hablar al corazón" o pensar desde "el alma" o "las entrañas", como quería ella, haya gente que se desoriente en verbosidad inútil o, por inerme, hagiográfica. No es el caso de este libro, que, por el conocimiento que manifiesta, pero sobre todo por su talante analítico claro y objetivo, seguramente marcará un hito, no ya sólo en el estudio, sistematización y contextualización de los escritos de MZ sobre arte, algo que nadie había hecho todavía, sino en la interpretación general de la filósofa. Inmaculada Murcia pone a MZ en su sitio como degustadora de arte y como esteta, y de paso urbaniza el entorno, o viceversa. La estética, como expresión de la sensibilidad o del sentimiento (y qué es la filosofía de MZ sino eso), legaliza ese ámbito impreciso de la vida condenado a callar (el de la razón sumergida). En ese sentido, toda la filosofía de MZ podría considerarse como estética. Ésa es la perspectiva general del libro, que desde ella se plantea claro estas preguntas claras: ¿qué busca MZ en las obras de arte, qué siente al contemplarlas, qué papel tienen en su pensamiento, qué razones concretas hacen que considere dignas de citar algunas, algunos artistas, movimientos o estilos? Valiéndose de la hermenéutica gadameriana, consigue desvelar pormenorizadamente los prejuicios y el horizonte desde el que MZ escribe de arte; y, con ello, responder esas cuestiones. Toda una tarea de filigrana en un medio como el de "la razón de lo irracional" zambraniana, bello pero evanescente. El libro logra moverse en él magistralmente, tan distante como cercano, entre (por citar algunos de sus temas) la carne y la religiosidad, las sombras y los sueños, la confusión mística y la dionisiaca, filosofía y poesía, pitagóricos y surrealismo, Prometeo y Ortega... Sí, entre el humanismo del origen mítico de la pintura y la redentora destrucción poshumanista (o deshumanizada) de las formas en las vanguardias, sobrevuela con mirada de águila las disparidades de MZ con su maestro sobre el arte. Sobrevuela a mayor distancia otros entusiasmos zambranianos, como la exaltación del "genio" o del "hombre" español, considerado por Zambrano categoría metafísica, que revela precisamente su arte; el arte español, que, comprensiblemente, se convierte en consuelo simbólico, como la idea romántica de una España creadora, en la experiencia sublimante del exilio. Son aportaciones inéditas y de inmenso interés del libro el análisis sereno que hace de la pintura española frente a ese contexto de idealización zambraniano. La amplia sistematización y valoración de la opinión de MZ sobre el surrealismo. O la elaboración de una original teoría fenoménica de la pintura que la autora ve implícita en los textos de MZ sobre Ramón Gaya y que cree que puede explicar sus ideas de base. Murcia Serrano no se ha dejado llevar por lo demasiado humano. Tan distante como cercana, decíamos, sólo pretende, dice, "desentrañar si es verdad y por qué" eso de Zambrano de que la poesía es la memoria de lo que el filósofo olvida, y lo que redime y da voz a todo aquello que en los subterfugios de la razón clama por ser. Difícil y oscurísima cuestión, en general (si es que, en general, es cuestión siquiera). En los textos de la Zambrano lo es, pueda serlo o no, y este libro la ha respondido bien, muy bien: desentrañando entrañas, urbanizando cobijos, poniendo a flote razones sumergidas.
La razón sumergida. El arte en el pensamiento de María Zambrano
Inmaculada Murcia Serrano
Luso-Española de Ediciones
Salamanca, 2009. 375 páginas. 24 euros
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