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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cambio de ciclo

Los resultados de la primera vuelta en las elecciones a rector de la Universitat de València confirman algunas expectativas, pero no han evitado la sorpresa. El candidato favorito, Esteban Morcillo, exhibe una ventaja anunciada. Sorprende, en cambio, que su rival en segunda vuelta sea María Antonia García Benau. Casi tanto como la derrota, cocinada a medias, entre Antoni Furió y Vicent Soler, condenados al purgatorio por no lograr una candidatura de síntesis antes de la carrera. Proclamarlo a toro pasado es aparentemente tan superfluo como sacar conclusiones de las elecciones autonómicas de los últimos lustros el día después. Lo que extramuros -del campus y de los partidos políticos- parece tan sencillo como una suma con resultado asegurado, supone mayor desafío que las doce pruebas de Asterix. Un laberinto de matices, incompatibilidades y expectativas, sin olvidar los pluses de vanidad, convierten la suma en división. La derrota de Furió y de Soler, junta y por separado, anuncia el cambio de ciclo en una universidad marcada, desde la transición democrática, por unos rasgos consustanciales a una generación. No será cosa de un día para otro. Ni Esteban Morcillo ni María Antonia García Benau dinamitarán uno de los valores señeros de este campus cinco veces centenario. Al contrario, ambos han reconocido durante la campaña su déficit en el manejo del valenciano como demérito. Pero entre los retos y urgencias a los que se enfrenta la Universitat de València, hay serias dudas de que la cosmovisión lingüística (factor transversal ligado a la trayectoria histórica de los sucesivos equipos rectorales desde Ramon Lapiedra hasta Francisco Tomás) siga ocupando una posición de referencia en la agenda del campus, pese a la resistencia numantina de decenas de docentes que se ponen de los nervios cuando se les recuerda su obligación de aprender valenciano. Es otro signo del cambio de ciclo. La de Furió y Soler también es una derrota generacional. Y el declive de unos valores transversales que irrumpieron y aportaron valor añadido al discurso de la modernidad. El escrutinio del martes abre un nuevo horizonte presidido por la gestión -y la conservación o no- de otros espacios en disputa. También los clientelares.

Nadie ha explicado qué partidas se resentirán para satisfacer el festival de promesas adquiridas

Las encuestas realizadas en campaña por un equipo de profesores de la Facultat d'Economia han demostrado la validez de la metodología, pero han acusado en sus predicciones -correctas en apuntar el candidato más votado y la improbabilidad de resolver la elección en primera vuelta- las desviaciones inducidas por factores estructurales. Considerando que la muestra diaria se distribuía aleatoriamente entre el profesorado (no entre alumnado, personal de administración y servicios, ni becarios), el resultado denota, por parte del sondeo, una subestimación del voto a Esteban Morcillo (10 puntos de diferencia entre predicción y escrutinio), pero confirma el orden de preferencias y la ligera ventaja de Furió sobre Soler. ¿Por qué se subestimó el voto al catedrático de farmacología? Hay dos hipótesis para verificar. La primera apuntaría a un segmento del profesorado poco o nada proclive al uso de las nuevas tecnologías de la comunicación. Caramba con el baluarte del conocimiento. El hecho de que la encuesta se formulase vía correo electrónico, todavía representa un freno que disuade a una generación de docentes para ponerse al día. También significa que un segmento de votantes otorga su confianza al candidato erróneamente llamado de continuidad, porque acaso interpreta que será más respetuoso, tolerante y paciente con su estatus ante los inevitables cambios que se avecinan. El segundo indicador tendría explicación en lo que la psicóloga alemana Elisabeth Neumann denominó la espiral del silencio. Una teoría que justifica la improbabilidad de que los individuos expresen su opinión ante determinado tema, si se sienten parte de la minoría de un colectivo. ¿Por qué? Por temor a una cierta marginación o aislamiento ejercido desde la mayoría. Esto podría explicar la victoria del aspirante Morcillo en departamentos como Geografía e Historia, considerados hasta anteayer caladeros de Furió y subsidiariamente de Soler, en función de los valores que representan.

La victoria de García Benau entre estudiantes y personal de administración y servicios abunda en los síntomas del cambio de ciclo. El factor género ha sido decisivo entre empleados no docentes de la institución. Pero también señala que el feminismo que despuntó en el equipo de Ramon Lapiedra ha sido relevado por una nueva generación, identificada con otros valores e iconografía distintos -no sé si distantes- de aquellas élites. Las desideologizadas legiones estudiantiles, determinantes en el resultado pese al voto ponderado, también han sucumbido a la vistosidad de las propuestas de la candidata. Por lo demás, ninguno de los aspirantes ha descendido a los niveles de concreción deseables en una institución aparentemente ajena al populismo y a mensajes ocasionalmente demagógicos. Nadie ha osado explicar qué partidas se resentirán, sobre todo en tiempos de penurias, para satisfacer el festival de promesas adquiridas. Tampoco los compromisos de racionalidad y rigor financiero amenazan, de momento, la proliferación de canonjías y mausoleos ilustres ¿Esperará el equipo ganador a que alguna autoridad superior señale por dónde hay que amputar? La ola postmoderna se ha llevado por delante a la aristocracia intelectual, acaso confiada en que las nuevas generaciones confiarían su futuro a la razón ilustrada, un catecismo elitista por definición. Ahora los portátiles facilitan el acceso a muchos contenidos, que no siempre garantizan la consolidación del conocimiento, y las redes virtuales suplantan a los entramados sociales. No son lo mismo. He ahí un fenómeno que deberán considerar los futuros contendientes electorales. No sólo universitarios.

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