Amarás el coche del prójimo
Compartir automóvil para ir a trabajar es el objetivo de Amovens
Diego Hidalgo es un joven empresario a quien no se le caen los anillos. Un día de su jornada puede ser perfectamente el siguiente: por la mañana se reúne con el departamento de recursos humanos de una gran multinacional para vender su producto. A media tarde agrupa a unos cuantos amigos para hacer una performance promocional en medio del madrileño paseo de la Castellana. Y luego, se encierra en su despacho para mejorar el posicionamiento de su web.
Y es que emprender una actividad apenas conocida en España y lograr que sea rentable necesita su trabajo. Su empresa, Amovens, fomenta el coche compartido entre empleados de una misma compañía, estudiantes de la misma universidad o simplemente viajeros que quieran ahorrar dinero...
La idea es simple. Uno debe registrarse como usuario en la página, y entregar su número de teléfono, que permanecerá confidencial. Luego recibe un mensaje de móvil de validación. A partir de ahí, uno puede tanto ofrecer plazas en su coche como pedirlas en los de los demás. Y sin limitación de kilómetros. Sirve tanto para un trayecto de una parte a la otra de Barcelona como para conducir desde Madrid a Vladivostock. La página tiene un contador que acumula los viajes efectuados: uno puede saber en todo momento qué ahorro aproximado ha hecho, tanto en dinero como en emisiones de CO2.
La empresa echó a andar apenas hace medio año, aunque la idea venía cuajándose en la mente de Hidalgo desde un año antes. "¿Qué es lo que puede funcionar en tiempos de crisis? Algo anticíclico", se respondía. Como dice él mismo, las crisis fomentan una fantástica oportunidad para encontrar nuevos modelos de negocio que tengan cabida y puedan funcionar. "Si no hubiera habido crisis, no sé si habría puesto en práctica la idea", resume.
La imperante urgencia por ahorrar que lleva instalada en los españoles desde que empezó esta crisis es un filón para una compañía que propone compartir gastos de viaje. Pero hay otros motivos, o drivers, como los llama Hidalgo: la lucha contra el cambio climático. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, España es responsable del 25% de las emisiones en transporte por carretera.
Amovens prevé facturar este año unos 90.000 euros, que superarán ligeramente los costes de la empresa. Su principal arma de distribución es lógicamente la Red. Entran en http://www.amovens.com/unas quinientas personas al día y cuenta con unos 1.700 fans en la página de Facebook. Pero Hidalgo sabe que no puede tener el mismo modelo de negocio que una red social. "No somos como Facebook, donde la gente pasa horas navegando. No tiene sentido centrarnos en conseguir publicidad para nuestra página igual que lo hacen las grandes", explica.
Su principal cliente son las empresas e instituciones. Amovens contacta con las compañías, centradas en dar servicios no económicos a los empleados. "Hay tres ejes por los que una empresa puede interesarse por nosotros. Lo más evidente es la implicación en el medio ambiente. Luego la responsabilidad social corporativa, que intenta cuidar a los trabajadores. Y por fin un tema esencialmente práctico: las plazas de aparcamiento son limitadas y reducir sólo un 1% de ellas es una cantidad significativa para grandes empresas, como Telefónica, por ejemplo", cuenta.
El fundador de la empresa, que tiene como socio a José María Figueres, ex presidente de Costa Rica, narra que esta práctica es casi desconocida en España aunque lleva triunfando tiempo en otros países. Comenzó en los años ochenta en Estados Unidos, con la crisis del petróleo, que animó a una reducción del consumo. Los empleados de las zonas periféricas de las ciudades empezaron a compartir en masa sus viajes al trabajo. Alemania cuenta también con dos gigantes del sector: Mitfahrgelegenheit.de, con 850.000 usuarios registrados y Mitfahrtzentrale.de, que le sigue de cerca.
¿Y por qué no ha funcionado en España? "Es un problema básicamente de confianza", explica Hidalgo. La reacción a subirse en el coche de un desconocido es todavía fuerte al sur de los Pirineos. Ya existen un par de empresas que se dedican a ello en el país, aunque no han cobrado la repercusión deseada.
Para evitar el recelo español a usar estos sistemas, el emprendedor explica: "toda la comunicación se hace a través de nuestra página. Cuando se solicita una plaza el usuario queda registrado en el sistema para siempre. Los usuarios están registrados sólo con su propio mail en las otras web, pero con nosotros han de dar el número de móvil, y desde noviembre están registrados con un DNI. Una vez las plazas están reservadas, se manda una ficha de viaje a cada persona. No deja de ser una interacción humana", opina. -
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