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Reportaje:

Eusebio deja de ser secundario

El técnico del Celta negocia su renovación pese a que el equipo lucha por eludir el descenso - Se ve como entrenador "con una carrera larga"

El Celta y Eusebio Sacristán negocian la renovación del vínculo que les ata desde hace un año. Dicen desde el club que se trata de mostrar confianza en un proyecto más que en abandonarse a los resultados, que indican que el equipo peleará, por segunda temporada consecutiva, por mantener la categoría. El periplo del técnico castellano en el banquillo de Balaídos ofrece mejor saldo en cuanto a sensaciones que a resultados. Aun en Segunda, el Celta juega bien, pero tiene un perfil melifluo, de equipo inmaduro, en formación, plagado de jóvenes sin experiencia en una categoría en la que la solvencia defensiva garantiza luchar por el ascenso. Centrales muy abiertos, zaga adelantada, presión, posesión y extremos resumen el libreto de Eusebio, no muy alejado de la referencia de Guardiola. "El mejor, por los resultados y porque ha mejorado un vestuario de gente que tiene muchas condiciones", estima.

"Me he dado cuenta de que puedo ejercer el liderazgo de un grupo"
La Copa supuso la eclosión de una cantera bien trabajada

Como el fútbol es un carrusel de difícil previsión y comprensión, al mismo entrenador que en diciembre superó un ultimátum se le pone ahora sobre la mesa un nuevo contrato de dos años de duración y el liderazgo de una idea futbolística fechada en el medio plazo. La intención es que todos los equipos que lleven la cruz de Santiago jueguen bajo el esquema que promueve Eusebio. Pero por una parte se alude a una filosofía de club, en la que el entrenador del primer equipo sería pieza clave, y por otra se atiende al día a día. "La clasificación nos aprieta", apunta Miguel Torrecilla, el director deportivo.

Eusebio asegura que en un año se ha modelado. Hace poco más de dos meses llegó a un punto de no retorno. Había apeado de la Copa del Rey a un Primera, el Tenerife, pero en la Liga presentaba un balance de cuatro triunfos en los 30 partidos en los que se había sentado en el banquillo. Un agónico triunfo en Girona evitó su destitución. "Hicimos algunos cambios, íbamos en un camino que no era el adecuado", recuerda. Y ahí, por más que trate de medir sus valoraciones, deja entrever donde estaba el problema. "Tocamos aspectos relativos al juego, pero también en cuanto a la gestión de grupo. Tenemos mucha gente joven y quizás estábamos llevando al colectivo como si fuera más maduro. Había que marcar más los límites".

Sólo Andoni Zubizarreta ha jugado más partidos en Primera División que él, uno de esos tipos que dan la impresión de sentirse a gusto en un perfil bajo. Pero siempre estuvo ahí, en el dream team que armó Cruyff era pieza clave para dar continuidad al rondo del holandés, futbolista aseado, sin excesiva llegada, pero con capacidad para asociarse. Ya entonces era sencillo entenderse con Eusebio, que al año siguiente de retirarse en su feudo de Valladolid atendió la llamada de su ex compañero Txiki Begiristáin para regresar a Barcelona y acompañar el aterrizaje de Frank Rijkaard. Siempre un paso atrás del protagonista, Eusebio siente que es hora de alzar la voz. "Estos meses en el Celta me han convencido de que puedo tener una carrera larga como entrenador. Llegué con una experiencia y conocimientos, pero me faltaba ponerme al frente de un grupo y me he dado cuenta de que puedo hacerlo y ejercer el liderazgo", apunta.

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Así, Eusebio sujetó las bridas y el Celta empezó a superar obstáculos. En la Liga dejó los puestos de descenso y por Reyes le regaló a su sufrida y desencantada afición una eliminatoria memorable ante el Villarreal, al que superó por fútbol en los dos partidos y derrotó en El Madrigal con un gol en el tiempo de descuento. Por primera vez en tres años, aficionados del Celta acudieron al aeropuerto a recibir al equipo. Luego tuvieron al Atlético, ahora finalista, contra las cuerdas tras un impecable partido en el Calderón y una vuelta que llenó el estadio por primera vez desde que Balaídos era Europa. Aquellos duelos en la Copa supusieron la eclosión de una cantera bien trabajada, pero expuesta a las necesidades pecuniarias de un club enfermo, mostraron un once solvente, que paradójicamente estaba conformado por los suplentes en la Liga. De vuelta a ésta, Eusebio ha optado por no dar continuidad a un mismo equipo. Futbolistas como Trashorras y Dani Abalo, que deslumbraron ante rivales de Primera División, asumen un rol marginal. "La Copa era un escaparate excelente porque además nuestros jugadores no la jugaban relajados, pero sí sin presión y ahí es donde podían ofrecer todo lo que tienen, mucha calidad".

Eusebio, entrenador del Celta, durante un entrenamiento del equipo.
Eusebio, entrenador del Celta, durante un entrenamiento del equipo.LALO R. VILLAR

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