Pasiones muy peligrosas
La danza creada por Wim Vandekeybus convierte a Sevilla en un paisaje lunar
Siete artistas jóvenes -cuatro hombres y tres mujeres- se adueñan de un espacio austero y lunar en un ritual que parece trascender el tiempo. El cuerpo y los sentimientos más escondidos se funden en un momento de singularidad, en la efervescencia en la que late el recuerdo de mundos muertos. Los siete bailarines hacen de la danza un arte incrustado en paisajes de rasgos esenciales. Son los artistas que protagonizan Nieuw zwart (Nuevo negro), un espectáculo que estrena hoy la compañía belga de Wim Vandekeybus en el Teatro Central de Sevilla. El espectáculo podrá verse también mañana.
Vandekeybus es responsable de la dirección, coreografía y escenografía de esta obra para siete bailarines y tres músicos. Nieuw zwart se encuadra dentro del programa Territorio Flamenco 2009-2010. Vandekeybus vierte en esta obra su visión sobre las pasiones más arrolladoras. La violencia, el desamparo, la angustia y la ansiedad esbozan sus perfiles en mitad de un territorio que no guarda ni escondrijos ni reductos. "Este espectáculo es muy extremo. Se desarrolla casi en trance. Hay escenas que duran 40 minutos. Este ritmo de trance es algo ritual, algo muy primitivo", comenta el coreógrafo belga.
"Este espectáculo es muy extremo. Se desarrolla casi en trance"
La voz intensa de Gavin Webber, actor desdoblado en acróbata y bailarín, contribuye a empapar la escena con el torrente ideado por Vandekeybus. Los problemas que agobian al ser humano, las miserias que se engarfian en su ánimo por la lluvia monótona de los días, quedan desnudos sobre el espacio. Los cráteres que parecen mirar con indiferencia la desdicha del hombre tienen un fondo musical de rock. Se trata de un rock agresivo que interpreta en directo el autor de la partitura. Mauro Pawlowski, miembro del grupo Deus y rockero belga célebre por sus aventuras creativas, ha compuesto la música original. Pawlowski también acompaña a los otros dos músicos durante las representaciones en directo.
Una especie de papel dorado inmenso da forma a la escenografía. Este símbolo de luz fría e indiferente, de sol agonizante, se convierte en bosque y mar de unos pobladores corroídos por el tormento de sobrevivir. Tienen ese rasgo de crueldad que Vandekeybus vincula con la naturaleza. Los días corren ajenos a cronologías diseñadas por las personas. No reparan en el dolor ni en la muerte. "La naturaleza es muy indiferente. Te da la vida. Pero, en un momento preciso, tienes que devolver aquello que te ha entregado. La vida es algo que tienes prestado", dice el coreógrafo belga.
Tras sus anteriores colaboraciones con Vandekeybus en Scratching the Inner Fields (2001), Blush (2002) y Sonic Boom (2003), el escritor Peter Verhelst ha vuelto a encargarse de un texto que intenta encajar el mapa de las pasiones en la palabra. Las leyes de la naturaleza, con su pulsión inesquivable, y la falta de sentido que amenaza a muchas existencias humanas devienen en gesto puro, en trazo corporal sin vestiduras superfluas.
Vandekeybus resume esta voluntad de búsqueda con una palabra: abstracción. "Por eso, hemos creado algo casi lunar, de otro planeta, como un desierto. Estoy un poco harto de bailar en un suelo negro. Hemos buscado algo muerto, más lunar. Al final, tenemos algo que es muy abstracto. Incluso la luz está buscada para que oscile entre los dos extremos: uno muy claro y otro muy oscuro", asevera Vandekeybus. Esa vocación de abstracción se reduce a las claves fundamentales que alimentan la vida.
"El ser humano está siempre preocupado con pasiones muy peligrosas. El teatro y la religión son esas cosas peligrosas, y por eso son interesantes. El teatro es una pasión interesante si es un poco peligroso", concluye el coreógrafo. Por esas múltiples formas de riesgo apuesta su espectáculo.
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