Almuerzo con sabor a Oscar
121 candidatos se reunieron ayer en Beverly Hills - Penélope Cruz faltó a la cita
El almuerzo de los candidatos comenzó hace casi tres décadas como una forma más de promocionar los Oscar, publicidad encubierta bajo la idea de ofrecer a un encuentro relajado antes de los nervios de la gran ceremonia. El lunes, 121 candidatos se dieron cita una vez más en el Beverly Hilton Hotel, pero allí les esperaba mucho más que una comida. "Yo había venido a juntarme en una mesita con amigos y me vuelvo a ver en una alfombra roja. Esto es de locos", bromeó Jeff Bridges, aspirante a la estatuilla como mejor actor por Crazy Heart, ante el despliegue de medios y público que esperaba a los comensales en este acto privado que la Academia retransmitió por primera vez en su página web.
Más que una queja fue una broma repetida por todos los asistentes, entre ellos 14 de los 20 actores candidatos de este año. "Soy primerizo y no sabía qué esperar", se disculpó Colin Firth, también candidato, en su caso por A Single Man. Según el británico, el almuerzo es parte del "surrealismo" que acompaña esta temporada de premios, donde uno no sabe lo que le espera al cruzar el umbral. El mayor alcance de un encuentro considerado menor se notó especialmente en el vestuario de las candidatas, todas de corto, con tacones y modelos perfectamente diseñados para hacerlas parecer informales pero arregladas. "Es un traje de Viviane Westwood que me hace sentir como soy. O una versión más arregladita de mí", se describió Sandra Bullock, aspirante como mejor actriz por The Blind Side. Del traje que lucirá en la verdadera ceremonia de los Oscar, el 7 de marzo, todavía no tiene ni idea, pero no le preocupa lo más mínimo. "Sé que alguien se encargará de hacerme lucir fantástica. ¡Como si es una bolsa de basura con piedras preciosas!", añadió con su peculiar sentido del humor.
Los chicos llegaron todos de traje aunque en su mayoría sin corbata y, eso sí, con muchas ganas de fiesta. "¡James! ¿Tendrías la amabilidad de dirigir a este grupo salvaje?", le gritaba Quentin Tarantino a James Cameron mientras Christoph Waltz les pedía, también a gritos, silencio para poder contestar a la prensa.
Pero un gran almuerzo se mide por su capacidad de convocatoria, y el pabellón español en pleno brilló por su ausencia. No fue un desplante. La ceremonia de los Goya celebrada escasamente 12 horas antes del almuerzo hizo imposible la presencia de Penélope Cruz, candidata como mejor actriz secundaria con Nine.
Y de regalo, el de siempre, el certificado de candidato, una camiseta con la estatuilla del Oscar y un discreto "nominado" bordado en el pecho y una foto de grupo. Además del mismo mensaje de todos los años: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Un refrán que quieren inculcar a los candidatos para que acorten sus discursos en caso de victoria aunque nunca lo han conseguido.
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