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Columna
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Mercadotecnia

El PP ha decidido ganarle el mercado de votos al PSOE, y en una campaña de conquista de mercados, de septiembre de 2009 a febrero de 2010, invade los dominios de la competencia, de Dos Hermanas (Sevilla) y Atarfe (Granada) hasta Alcalá de los Gazules (Cádiz), municipios de contundentes y perseverantes mayorías absolutas socialistas. Los especialistas en publicidad del PP explican la táctica: hay que "dar imagen, visualizar las grandes aspiraciones electorales del PP en Andalucía". Las masas llaman a las masas, y el PP llena un velódromo en Dos Hermanas, 20.000 o 30.000 personas, una plaza de toros en Atarfe, 10.000 o 15.000, para culminar en el pabellón deportivo de la Alcalá gaditana con la celebración del día de Andalucía ante 1.500 o 2.000 posibles clientes.

"Estrategia de propaganda", le llama al asunto Luis Pizarro, dirigente del PSOE y de la Junta, como si todas estas cosas, incluida la frase de Pizarro, no fueran estrategia de propaganda. El presidente del PP en Cádiz, José Loaiza, profetiza que Alcalá de los Gazules ya no será patrimonio del PSOE, sino del PP. (Estas criaturas tienen un afán de patrimonio imponente). La lucha política se ha convertido en mercadotecnia, lo que los especialistas llaman marketing de guerra, warketing. Unos y otros van a la conquista del mercado, y hablan de bastiones, de feudos que tomar al asalto, señores feudales del negocio electoral. Lo que está haciendo el PP se ciñe a los consejos de los expertos en publicidad: la marca PP se lanza a quitarle el sitio a la competencia. Y, como recomiendan las agencias publicitarias, maneja lo obvio, las sensaciones básicas del momento: el malestar económico, la desilusión, la desconfianza en los políticos profesionales, en los gobernantes. Así que el PP acude a las plazas donde más vende la competencia, el PSOE: Dos Hermanas, Atarfe, Alcalá de los Gazules. El PP se presenta como partido masivo en pueblos donde es inmensamente minoritario, donde los socialistas multiplican por 3, por 4 o por 5 el número de concejales del PP. El PP, con la vista en las elecciones municipales casi inminentes y en las próximas generales, intenta borrar una idea dominante: la inanidad, la insustancialidad regional del PP, la imposibilidad andaluza del PP de convencer a una mayoría. Publicitarios como Jack Trout y Al Ries han explicado que, a la hora de vender un producto, no importa la verdad del producto, sino la imagen, la percepción que la gente tiene del producto. El objetivo de la publicidad es reestructurar las percepciones del público. El libro de Ries y Trout (1981) se llama, traducido del inglés, Posicionamiento: la batalla por tu mente, y a mí me sugiere la idea de ocupar posiciones en sentido militar. La política vigente, con toda su verborrea sobre el liderazgo, es una mezcla de ideología de la Alemania prenazi (a lo Carl Schmitt) y mercadotecnia americana.

Uno de los principios esenciales de la conquista de nuevos públicos es explotar la debilidad ocasional del líder del mercado en alguno de sus tradicionales puntos fuertes: los socialistas se han presentado hasta ahora como garantes de los servicios públicos y las pensiones. Pero el PSOE, que parece haberse puesto en manos de un equipo de expertos en perder elecciones, como hizo el PP de Aznar en el año 2002, está demostrando una fervorosa voluntad de perder. El PP recurre a lo más evidente: la escasez de dinero, la abundancia de paro. Ha transformado los titubeos económicos del Gobierno en pruebas irrefutables de insensatez suicida socialista. Y, con la ayuda oportuna del propio PSOE, está logrando reconvertir en miedo al PSOE el miedo andaluz al PP, supuesto destructor del Estado social y del sistema de pensiones. A esto se llama "reestructurar las percepciones del público" y "reposicionar a la competencia".

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