El amor de Jean Giono por Platero
Un estudio rescata el guión que el escritor francés hizo de la obra de Juan Ramón
"A la memoria de Aguedilla la pobre loca de la calle del sol que me mandaba moras y claveles". La dedicatoria que da la bienvenida al mundo de Platero y yo, creado por Juan Ramón Jiménez, inspiró al escritor Jean Giono (Manosque, Francia, 1895-1970) para hacer de "la pobre loca" uno de los personajes principales del guión cinematográfico escrito en 1959 y basado en el famoso libro del poeta onubense. Giono, reconocido internacionalmente por El husar en el tejado, viajó a Moguer (Huelva) para visitar la tierra de Juan Ramón, un escritor español desconocido hasta entonces para él. El productor Edward Mann le había encargado un guión que, tras muchas vicisitudes, nunca llegaría a la pantalla.
Dominique Bonnet analiza los puntos de unión entre el guión y el libro
El trabajo del autor de 'El husar en el tejado' nunca llegó a rodarse
Giono se quedó prendado con la melancolía del paisaje, la dureza social o el contrate entre el folclore exterior andaluz y el mundo interior juanramoniano. Ahora, la profesora de Literatura de la Universidad de Huelva Dominique Bonnet ha realizado un estudio en el que analiza los puntos de unión entre el guión y el libro: Jean Giono y Platero y yo. Un guión para el cine. "La lectura de Platero y yo, así como el descubrimiento de la tierra andaluza, impactan fuertemente a Giono", comenta Bonnet, vicedecana de la Facultad de Filología. La experta reconoce la gran dificultad de trasladar un poema en prosa al cine. Una tarea casi imposible.
En Platero no aparecen muchos personajes de peso, salvo el protagonista, el burro, o Roseline (su frustrado primer amor) y Aguedilla, que se menciona sólo en la dedicatoria pero que el francés convierte en uno de los ejes de la trama. Giono, maestro en la recreación del mundo rural y hábil en la tarea cinematográfica, halla la solución: incorpora la soledad como hilo conductor.
"Desde el principio de su lectura intuyó que el tema de la soledad era de enorme trascendencia, no sólo en el conjunto de los poemas; sino, sobre todo, en la vida del propio Juan Ramón", explica Bonnet. A él, el aislamiento tampoco le era ajeno. El francés había nacido en un lugar pequeño parecido a Moguer del que nunca, como Juan Ramón, se sintió parte. Pueblos semi abandonados, tristes, en cierta forma amados pero siempre blancos de su crítica. La profesora procede igualmente de Manosque. "Desde pequeña escuché hablar a mi abuela, a mi padre, a todo el pueblo sobre Giono. Era tan conocido allí como Juan Ramón es esta tierra", sonríe Bonnet. Su viaje hasta el guión de Platero se detuvo en Granada, donde llegó con 20 años para conocer España.
Desde que vive en la provincia onubense se ha desplazado continuamente a Moguer. "Sentí una gran emoción al leer el guión", exclama la filóloga, que sabía de su existencia a través del escritor y experto en cine Jacques Mény, pero nunca lo había leído.
"Hasta donde yo sé, sólo existe esta copia", afirma. "Incluso estoy casi segura que las anotaciones manuscritas son de Giono, es exactamente su misma letra, pero no se han hecho las pruebas precisas", añade.
Los puntos de unión entre los creadores son numerosos: los personajes de sus obras se funden con el escritor, la naturaleza y los sentidos juegan un papel esencial y ambos pierden a sus seres queridos a edad temprana. El guión muestra las dualidades del Moguer de entonces: riqueza/pobreza, crueldad/sufrimiento. La tercera parte del guión se centra en la violencia, que aumenta progresivamente hasta la muerte de la yegua blanca a manos de todos los habitantes. Platero y yo es la historia de un hombre y un burro. Sin embargo, para su guión, Giono se niega a tratar el asunto "a lo Walt Disney", haciendo de Platero "un animal humano" dotado de palabra. La relación de confianza, maestro-discípulo, sin embargo, recuerda a Don Quijote y Sancho Panza.
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