Cesc sufre un nuevo desencanto
El Arsenal vuelve a fallar frente al Chelsea, un búnker comandado por Drogba
Cesc Fàbregas, de 22 años, sufrió ayer un nuevo desencanto en el Arsenal. Y acabó desquiciado. Amonestado primero por entorpecer el avance de Drogba; y, poco después, golpeado en la nuca con un cabezazo del lateral Ivanovic mientras se había elevado para cabecear un centro cruzado. Hundido. Es la contradicción con la que ha vivido en los últimos años: una celebridad en el Arsenal; un perdedor en las grandes citas. Mimado por el técnico, Arsène Wenger, admirado por los compañeros y respetado por los rivales, Fàbregas ha llegado a un punto sin retorno: o continúa en esa contradicción a la que le arrastra el agradecimiento a los gunners o da el salto a un equipo más competitivo.
Desde que en 2005 ganara su último título, la Copa de Inglaterra, el conjunto de Wenger ha reproducido año tras año el mito de Sísifo: arrastrar la piedra del buen juego hasta la cima de la montaña para, antes de alcanzarla, dejarla caer. Desde la final de Champions que perdió ante el Barcelona en 2006, pasando por sus sucesivos fracasos en Europa y los intentos fallidos de filtrarse entre la hegemonía del Manchester y del Chelsea en Inglaterra. Por si le quedaba alguna esperanza, la perdió ayer en Stamford Bridge ante el Chelsea (2-0) tras ser arrasado la semana pasada en casa por el Manchester United (0-3).
CHELSEA 2 ARSENAL 0
Chelsea: Cech; Ivanovic, Carvalho, Terry, Ashley Cole; Lampard, Obi Mikel, Ballack (Zhirkov, m. 81), Malouda; Drogba (Kalou, m. 91) y Anelka (Joe Cole, m. 87). No utilizados: Hilario; Ferreira, Alex y Deco.
Arsenal: Almunia; Sagna (Eboué, m. 74), Vermaelen, Gallas, Clichy; Diaby (Rosicky, m. 74), Cesc, Nasri, Song Billong, Walcott (Bendtner, m. 64); y Arshavin. No utilizados: Fabianski, Campbell, Denilson y Ramsey.
Goles: 1-0. M. 8. Drogba, tras una prolongación de cabeza de Terry. 2-0. M. 23. Drogba, a pase de Lampard.
Árbitro: Mike Dean. Amonestó a Cesc, Song Billong, Zhirkov y Joe Cole.
Unos 42.000 espectadores en Stamford Bridge.
Mimado y admirado en Londres, Fàbregas ha llegado a un punto sin retorno
John Terry, aclamado por Stamford Bridge, estuvo impecable junto a Carvalho
En una semana, el Arsenal se ha descolgado de su ilusoria lucha por el título, a siete puntos del United y a nueve de los blues. Le queda la Champions, pero llega muy desmejorado, con algunos de sus jugadores estancados. Walcott es un cohete mojado desde hace dos temporadas. Lo mismo que Nasry. Mientras, Arshavin sigue en estado melancólico: congelado meses después de haber quedado fuera de la clasificación con Rusia para el Mundial de Suráfrica. Traspasado Adebayor en verano al City, Wenger no ha encontrado un goleador medianamente digno. Lesionado Van Persie, que tampoco es un nueve, Eduardo no ha vuelto a ser el que fue antes de su terrible lesión. Y Arshavin, ayer como único delantero, resultó un peso pluma ante una defensa tan poderosa como la del Chelsea. La entrada en el último cuarto del danés Bendtner tampoco sirvió: se enredó entre sus largas piernas tratando de regatear a las sombras azules.
El conjunto de Ancelotti confía tanto en su portero y sus centrales que ni siquiera pretende defender lejos de su portería. Al revés. Se amontona en torno a Cech y espera que el rival se desespere chocando una y otra vez. El Arsenal fue un niño boxeando contra un peso pesado. El Chelsea sigue siendo el rival más incómodo posible. Un búnker al que no le han podido marcar este curso ni el Arsenal, ni el Liverpool ni el Manchester United. Una fortificación que se despliega a toda velocidad para despedazar al contrario a través de ese depredador insaciable llamado Drogba, autor de cuatro goles al Arsenal en dos partidos. En el primero de ayer esperó en el segundo palo la prolongación de cabeza de Terry tras un córner de Malouda. Una acción mil veces repetida por el Chelsea; mil veces efectiva. El Arsenal tenía a un hombre en el primer palo, Nasri, pero ninguno en el segundo. El segundo gol fue un contragolpe lanzado por Lampard y culminado por Drogba con una facilidad asombrosa. Tras desplumar con un recorte al lateral zurdo -Clichy- y al central izquierdo -Vermaelen-, fusiló de un zurdazo a Almunia, que desplegó las manoplas sin convicción: era un misil imparable.
A Drogba todavía le quedaba un lanzamiento de falta espectacular que golpeó en el larguero antes de que Almunia pudiera mover una pestaña. Y Stamford Bridge despidió con honores a su capitán, John Terry, impecable junto a Carvalho en labores de destrucción, en la semana en que el seleccionador, Fabio Capello, le había despojado de esa capitanía por un lío de faldas con la mujer del ex compañero Bridge. Ahí, Terry es el líder de líderes que deben visitar Old Trafford y Anfield para jugarse la Liga una vez más con el United.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.