Ejercicio de supervivencia del Deportivo

La competición no deja de exigir al Deportivo ejercicios de supervivencia. Ayer obtuvo un trabajado empate tras jugar casi una hora en inferioridad tras una rigurosa expulsión de Pablo Álvarez, una decisión que ejemplifica el dislate en el que se ha instalado el arbitraje porque el extremo se fue a la caseta por simular un penalti que pareció serlo cuando un minuto antes le había puesto la bota en la cara a Stepanov.

La jugada marcó un punto de inflexión en un partido que controlaba el Deportivo y encendió a Lotina, que en el descanso se plantó en los dominios del árbitro y le cantó las cuarenta. "Le dije cosas que le harán bien en el futuro", explicó luego el técnico. El colegiado no entendió su tono didáctico porque, tras escucharle, le comunicó que no podía sentarse en el banquillo durante la segunda parte.

Le sobró oficio al Deportivo. Equipo esforzado, conocedor de sus limitaciones, entiende que es ante conjuntos como el de Muñiz cuando tiene que imponer su madurez. No anda sobrado de calidad y es prisionero de la inhibición de algunos de sus delanteros, que baten plusmarcas de improductividad. Aun así, ayer salió a jugar y lo consiguió. Pudo marcar en un golpe de fortuna, una pifia de Iván González, que erró un despeje y lo envió a su propia portería. Stepanov salvó al Málaga sobre la línea de gol. Replicó Benachour con un disparo lejano.

Sólo al final Riki se bastó para sembrar el pánico en la zaga malacitana con dos incursiones que sirvieron para que los locales comprendieran que el empate, en el fondo, era un mal menor. Ahogado en su propia incapacidad, el Málaga acabó defendiéndose, pero ahora, con el paso de las horas, puede mirar las estadísticas y presumir de que en la Liga sólo ha perdido un partido de los 12 últimos que ha disputado.