Las múltiples radiografías vitales de Gabriel Miró
Las cartas desvelan la relación de Gabriel Miró con Cataluña y Europa
Gabriel Miró mantuvo una intensa relación epistolar con amigos, escritores y políticos. La publicación de las cartas permite trazar múltiples radiografías.Un análisis del epistolario inédito de Gabriel Miró (Alicante, 1879-Madrid, 1930) confirma la proyección internacional de su obra, traducida al inglés y al francés, y desvela que los recelos iniciales hacia la cultura catalana se fueron desvaneciendo con el paso del tiempo, hasta el extremo de que en su última novela incorpora y alaba el léxico valenciano. La CAM y el Instituto Gil-Albert de la Diputación de Alicante acaban de editar 767 cartas y telegramas del escritor, estudiadas por los profesores Ian Macdonald y Frederic Barberá. Esta publicación es "una herramienta importante que permite trazar múltiples radiografías", explica Barberá, profesor de Literatura Española y Catalana en la Universidad de Lancaster. Macdonald, catedrático emérito de Literatura Española en la Universidad de Aberdeen (Escocia) resume que Miró construyó "su propia autobiografía involuntaria, conmovedora y emocionante".
Así por ejemplo, la obra de James Joyce y de Gabriel Miró se conoció en Francia gracias a las traducciones que hizo el escritor Valery Larbaud, del que se conservan, y se publican ahora, 17 cartas que contienen comentarios sobre estas traducciones.
Y es que Miró fue un escritor sagaz que mantenía relaciones epistolares tanto con Madrid, entre ellos Unamuno, Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez, pero también con intelectuales catalanes como Joan Maragall, Josep Carner o Prat de la Riba, quien, por cierto, consiguió un primer trabajo para el escritor alicantino en Barcelona. Las primeras epístolas iban dirigidas al círculo de amistades literarias más próximo, como fueron Figueras Pacheco o Azorín, pero luego se amplió a Pérez Ayala, Óscar Esplá y la mayoría de los escritores de la Generación del 98. Otras misivas iban dirigidas a Rafael Altamira, Carmen Conde, Jorge Guillén o Germán Bernárcer. La última carta es una de la viuda, Clemencia Maigmon, que envía al escritor catalán Alfons Nadal al que le regala "en recuerdo que aquella amistad fraternal" la pluma con la que Miró escribió la mayoría de sus libros.
Frederic Barbarà traza una evolución ideológico-sentimental que parte "de la hostilidad" de las primeras novelas hacia el valenciano "agrio o arrabal" hasta un reconocimiento en la etapa final en el que "alaba la fonética valenciana en el habla de los alicantinos", y como ejemplo destaca la incorporación masiva de léxico valenciano en su última novela Años y leguas.
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