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Reportaje:

El profesor chiflado del arte contemporáneo

Olafur Eliasson expone por primera vez en Madrid su impactante obra

Iker Seisdedos

El espectacular artista contemporáneo de lo sensorial tiene una buena resaca. Así que el efecto que sus propias obras causan de buena mañana en Olafur Eliasson (Copenhague, 1947) recuerda a aquella secuencia de El profesor chiflado en la que el científico Jerry Lewis, investido por accidente del don de la hipersensibilidad, acusaba las secuelas de una de esas noches de alcohol. Esferas y espejos partidos de caprichosas formas, efectos lumínicos allá donde las bombillas amenazan con fundirse o bicicletas colgadas del techo no representan, no, el mejor escenario para el lacerante comienzo de un mal día. Pero son los ingredientes de Kepler estaba equivocado, magnífica exposición en la galería Elvira González (hasta el seis de marzo) de obra creada para la ocasión y cuya inauguración vino a reforzar recientemente Eliasson con su estatus de estrella del arte internacional capaz de alterar ecosistemas. "Después de todo", admitió con ironía danesa y frotándose los ojos en la esperanza de ahuyentar un zumbido invisible, "quizá Kepler estaba en lo cierto".

"¿Artista de lo sensorial? Trabajo con los sentidos", afirma el creador
La recesión no ha impedido que los grandes proyectos lleguen a su estudio

Pese a su tamaño, ciertamente alejado de la célebre y exagerada escala Eliasson, estas piezas contienen todo lo que ha hecho de él uno de los artistas decisivos del siglo XXI, pese a su juventud y gracias a un trabajo sólido -no esperen camas revueltas o tiburones en formol- que gira en la órbita (como en la primera ley de Johannes Kepler) de asuntos como la ecología, el diálogo físico con el espectador y la ciencia como una de las bellas artes.

Célebre por haber hecho brotar unas cataratas de la altura del puente de Brooklyn en Nueva York o por convertir la sala de turbinas de la Tate Modern londinense en el centro del sistema solar, Eliasson parte en esta ocasión de la figura del "científico que se esforzó por reducir el universo a una gran regla matemática" para ofrecer un comentario sobre "estos tiempos impredecibles". "Kepler es un personaje increíblemente influyente en la modernidad", añade.

A estas alturas (y una vez abortada la visita guiada para continuar la entrevista sentado) ya está claro que Eliasson, refresco en mano, no es de los que se toman demasiado en serio. Ni mucho menos de los que hablan a la ligera.

No evita el cuerpo a cuerpo con sus clichés: "¿Artista de lo sensorial? Trabajo con los sentidos, sin duda. El arte permite al hombre colocarse ante sus sensaciones. Entrenarte a ver lo que de otra manera no serías capaz de identificar. Hemos construido a lo largo de la historia la invención de que lo sensorial sólo tiene que ver con el cuerpo. Y es parte cuerpo y parte cerebro. En esa dicotomía falsa se basa parte de la peligrosa industria del bienestar, que saca beneficio de la separación entre el cuerpo y la mente. Las sensaciones pueden ser políticas, aunque se suele asumir que nuestra parte cerebral lo es y la física no".

Tampoco sortea el análisis político: "Me aterra la idea de la Unión Europea, que premia la falta de diversidad. Cuanto menos diversificada sea mejor funciona. El desacuerdo se ha convertido en algo negativo. Es lo mismo que sucede en las ciudades, el urbanismo tiende a anular la sorpresa. Condena lo impredecible".

Un trabajo de entre seis meses y dos años al frente de un equipo que incluye a 35 trabajadores, basta a Eliasson para montar una buena sorpresa urbana como las cataratas artificiales de Nueva York, que costaron 15 millones de dólares. Pese a lo que pueda parecer, la recesión no ha impedido que los proyectos de gran envergadura sigan tocando la puerta de su estudio en Berlín. "No me afecta tanto la crisis como a los que realizan piezas de compra más impulsiva, al estilo de Damien Hirst", aclara el artista, ganador del primer premio Joan Miró en 2007 y sujeto de una retrospectiva un año después en el MOMA neoyorquino. "El dinero público es menos fluctuante que el privado".

¿Curiosa reflexión viniendo de un artista de ascendencia islandesa? "El problema de la bancarrota del país de procedencia de mis padres vino precisamente del cáncer que se extendió al dejar demasiada libertad a los inversores privados".

Como en una de sus impactantes instalaciones, el tiempo en el mundo real, una de esas asquerosas mañanas de Madrid en las que el viento y la nieve hacen parecer la vida un asunto más injusto de lo habitual, ha dejado paso a una inquietante quietud meteorológica. Eliasson asoma por la puerta de la galería y todo parece más llevadero. Se ajusta las gafas hi-tech y exclama: "¿Necesita una conclusión? Mi trabajo no trata del sistema universal, sino de cómo nos relacionamos con él".

Olafur Eliasson en la galería Elvira González.
Olafur Eliasson en la galería Elvira González.LUIS SEVILLANO

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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