El Atlético es el Kun
El argentino lidera de principio a fin a un equipo enérgico y decidido ante un Racing sin respuesta
Así es el fútbol. El Atlético de los tormentos está a un milímetro de una final. La Copa, ese trofeo que para tantos es un engorro, puede servirle de terapia. De ello se encargó Agüero, un artista capaz de conducir a su equipo a una goleada, a su primera fiesta en muchas lunas. No marcó, pero el liderazgo del Kun fue indiscutible. Fuera del alcance de un Racing con menos pulso del esperado. Agüero se puso al servicio del gremio, pilló al Atlético por la solapa y le aupó hacia la final. Su equipo puso la energía que tantas veces le ha faltado. El fútbol, que también es ajeno a este equipo, fue cosa de este argentino al que el frecuente calvario le ha impedido explotar todo su talento, que es mucho, pero brilla de forma intermitente, cautivo como está el jugador de ese enredo institucional y deportivo que subyuga al Atlético. Al borde de una final, el club ya tiene aliento, salvo descalabro histórico en Cantabria. Un salvavidas. Un Agüero, en definitiva. Lo que no es poco, pese a tanto descalabro a su alrededor. Anoche se involucró como nunca. Bien que lo pagó el Racing.
ATLÉTICO 4 - RACING 0
Atlético: De Gea; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Assunção (Raúl García, m. 76), Tiago; Simão, Reyes (Jurado, m. 49); Agüero y Forlán (Ibra, m. 81). No utilizados: Asenjo; Valera, Juanito, Cabrera y Camacho.
Racing: Coltorti; Pinillos, Henrique, Torrejón, Christian; Lacen, Colsa (Diop, m. 66); Munitis, Canales, Serrano (Moral, m. 54); y Xisco (Tchité, m. 54). No utilizados: Mario Fernández; Oriol, Crespo, Luis García y Moratón.
Goles: 1-0. M. 9. Simão. 2-0. M. 40. Reyes. 3-0. M. 62. Forlán, de penalti. 4-0. M. 71. Forlán, también de penalti.
Árbitro: Mateu. Amonestó a Assunção, Reyes, Perea, Pinillos, Moral, Munitis y Diop.
30.000 espectadores en el Calderón..
El Atlético es una ruleta. Y no una cualquiera, sino la más enigmática del fútbol español. Salvo cuando sale el 10, su número ganador, el del Kun Agüero, futbolista de otros vuelos en un club con más pasado, por remoto que sea, que presente. El argentino es la única puntada del Atlético de hoy con el de ayer. En estos tiempos, largos tiempos, de zozobra colchonera, nadie como él remite a las glorias del Metropolitano y a las del Manzanares. En otro momento habría sido un futbolista de época; ahora bastante tiene con sustentar a un equipo de corte raso, sin señas de identidad, voluble y destemplado. Pero en él se alista Agüero, que, cuando se enchufa, maquilla las penurias. Su actuación ante el Racing fue ejemplar. Nadie interpretó el calado de la cita como él. Una década después de la última Copa y despeñado en la Liga, donde va de tumbo en tumbo, el Atlético debía engancharse al único tren que le queda. Un peaje relativamente barato en un trofeo que le ha medido con el Marbella, el Recreativo, el Celta y ahora el Racing, que no son precisamente equipos de la Liga de Campeones. Bien lo sabe el Kun, al que le falta currículo pese a su categoría.
Al hilo de su ariete argentino, el Atlético, vigorizante desde el inicio, tuvo un arranque fulgurante. Sometió al Racing, falto de chicha y demasiado contemplativo, con gran decisión. En apenas un cuarto de hora, el encuentro era de Agüero, capaz por sí solo de desastabilizar al cuadro cántabro. Sin pausa, con vértigo, mucho vértigo, el equipo de Quique logró que el partido gravitara cerca de su estrella. En cada arrebato aparecía Agüero, que falló dos claras ocasiones frente a Coltorti antes de predisponer a Simão ante el gol. El portugués resolvió con una fantástica volea un servicio de su compañero. Por una vez, los rojiblancos estaban al frente desde el arranque.
Como el Atlético es cualquier cosa menos fiable, se concedió rápido una tregua. O lo que es lo mismo: del protagonismo del Kun al de Perea. Pero no reaccionó el Racing, demasiado empecinado en encontrar un pase definitivo en cada asalto al área de De Gea. Esta vez, Portugal se lanzó con Canales desde el principio y al chico, que destila clase por todos los lados, le pudo tanto la ansiedad como a sus compañeros, guardianes de una institución con 96 años de vida, un club fundador de la Liga que jamás ha disputado siquiera una final copera. Al Racing le faltó pujanza, lo contrario que a su adversario, al que le bastó su voltaje. No es un equipo capacitado para tejer el fútbol. Necesita la agitación permanente. Y el talento de Agüero, por supuesto. Por ahora, Tiago no le sostiene, no es el ancla. Sigue el Atlético partido por el eje, como si jugara dos encuentros, uno en cada área. Su desprecio al medio campo provoca que tenga dos caras. Muchas veces le sale cruz. No ante el Racing porque tuvo otro ánimo.
A la espera de Canales, al que aún hay que descargarle la mochila, el conjunto de Portugal entregó la cuchara poco antes del descanso. Tiago ya se había estrellado con un poste de Coltorti, como luego le sucedería a Simão en el lanzamiento de una falta, y entre Christian y Serrano concedieron el segundo tanto a Reyes. Del tercero se encargaron un árbitro y un asistente, que tuvieron un cortocircuito y pitaron un penalti cometido por Toni Moral sobre Jurado a varias cuadras del área. Inconcebible. Así son estos árbitros, los mismos capaces de hacerse los longuis en una mano muy dentro del área propia de Antonio López. El Racing tendrá razones para quejarse del juez; también, de su poco armazón. Y nada podrá alegar contra el navajazo de Torrejón al Kun, cómo no. Forlán, como en el penalti anterior, dejó al Atlético a un palmo de la final. Del resto, del juego, del estado febril de la hinchada local y de todo lo demás se encargó Agüero. Él es el termómetro de este equipo. El Atlético es el Kun.
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