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Reportaje:

El látigo de Javi Márquez

El mediocentro se consolida en el Espanyol gracias al toque y a la gran potencia de sus disparos

Jordi Quixano

No tenía sitio. El Espanyol iba a trompicones, pero el técnico, Mauricio Pochettino, no le daba oportunidades. Se pasó 13 partidos entre la grada y el banquillo, más allá de los 40 minutos que se repartió ante el Deportivo y el Xerez. "Sabía que con sacrificio y trabajo podría tener mi oportunidad", dice el mediocentro Javi Márquez, de 23 años, que ha completado seis encuentros consecutivos. Ya nadie le discute la titularidad. "Es muy completo", aclaran con convencimiento en el vestuario blanquiazul, en el que se alaba su disparo desde media y larga distancia.

Su padre, Francisco, empresario de la construcción, siempre le dio el mismo consejo. Más que nada, porque cuando no alcanzaba el metro y medio ya reventaba la pelota. "Chuta. Pruébalo porque sólo pueden salir cosas buenas", le insistía. Y Márquez le hacía caso. Funcionó. Cuando era infantil, le fichó el Espanyol procedente de la Gramenet. "De mediocentro, mediapunta e interior", enumera cuando le preguntan de qué ha jugado; "pero me gusta más hacerlo en medio porque tengo más posibilidades para pasar y tirar".

"Es descarado. Aporta compromiso, visión, calidad y dinámica", dicen los técnicos

Su disparo asusta. Por eso Pochettino le exige lo mismo que su padre: "A no ser que tengas un pase muy claro, prueba el tiro. Es una solución para el equipo". Así llegó, ante el Zaragoza, el gol definitivo de Marqués, que aprovechó un rechace tras un chut suyo. "Tiene un buen latigazo, sí", afirma Moisés Hurtado. "Como le pega muy duro, es un recurso genial para los que entramos desde la segunda línea", conviene Corominas. "Y también puede marcar de rebote", recuerda Chica. "Lo bueno es que no se lo piensa dos veces", interviene Callejón. Márquez recoge el testigo: "Siempre me ha gustado tirar. Es mi juego". Así lo entiende Pareja: "Por su fuerte pegada, es una referencia en el apartado ofensivo". Y añade David García: "Es muy útil porque siempre llega al área rival y prueba a los porteros".

La capacidad de tiro de Márquez quedó probada en el filial el curso anterior: fue el pichichi con 12 goles. "Por eso no nos ha sorprendido su rendimiento", dicen desde la dirección deportiva; "es un descarado, en el buen sentido de la palabra. Aporta visión, calidad, compromiso y dinámica". En el actual sorprendió a todos con un remate de finura, a centro de Verdú, que doblegó al Almería.

Sus compañeros aprecian también otras cualidades en Márquez. "Tiene un gran desplazamiento del balón y es muy fácil entenderse con él", apunta Luis García. Lo mismo opina el recién incorporado Osvaldo: "Tiene mucha técnica y sabe encontrar los huecos para el pase".

Ruborizado, Márquez responde: "La verdad es que con Moisés al lado me siento a gusto. Hace su tarea a la perfección y puedo moverme más tranquilo. Es un peso pesado dentro y fuera del terreno de juego".

Sus movimientos convencen al grupo, por más que crean que puede mejorar en la fase defensiva. "Da temple y maneja muy bien los tiempos del partido", sostiene Chica. "Es un futbolista de toque y no se cansa de trabajar por el bien colectivo", agrega Callejón. "Se crece a cada partido", abunda Verdú. Desde el cuerpo técnico advierten: "Puede mejorar mucho. No se sabe dónde está su techo".

Márquez lo tiene claro: "Aunque todo va rápido y bien, no me conformo con nada". Por eso se entrena cada día a tope -"creo en el sacrificio", subraya- y se queda muchos días practicando el golpeo del balón. El próximo sábado se medirá al Madrid en el Bernabéu. "Un gol a Casillas me sentaría muy bien", aclara, siempre descarado y con el látigo a punto.

Javi Márquez, en  un partido.
Javi Márquez, en un partido.CARLOS MIRA

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