Aprenda en noventa minutos
Seguro que le suena esta situación. Lunes por la mañana. Mira su agenda. Le han bloqueado el día para recibir formación de, pongamos, nuevas técnicas de marketing. Y lo que es peor, al día siguiente lo mismo. Se le cae el mundo encima. Piensa en los informes que debe entregar el miércoles a primera hora y la reunión de comité que lidera a la tarde. Toca trabajar por las noches. Al menos, se resigna, no han organizado un offsite para encerrarse en una casa rural a 200 kilómetros.
"Las compañías llevan años pensando que éste es el método que funciona: sesiones de, mínimo, un día entero, sin tregua. No es cierto. Valen más cinco minutos con un genio que un mes con un tonto". Es una de las reglas de oro de Octavius Black, cofundador de la consultora británica The Mind Gym, cuyo concepto de formación a directivos está sentando escuela.
A finales de 2000, Black, licenciado en filosofía, política y economía por la Universidad de Oxford y ex consultor de Booz Allen Hamilton, y su colega Sebastian Bailey, psicólogo, tuvieron una curiosa idea: concentrar en 90 minutos la formación que habitualmente se ofrece en un día y centrarse en el aspecto psicológico de las personas. Si acudimos al gimnasio a ejercitar el cuerpo durante una hora en clases de yoga o pilates, ¿por qué no crear un gimnasio de la mente, con lecciones de 90 minutos en gestión de conflictos, trabajo en equipo o técnicas de negociación? "Se lo propusimos primero a los gimnasios. Nos miraron raro y dijeron que no", se ríe. "Luego se lo planteamos a las empresas. Les encantó".
Desde entonces han trabajado con más de 680 multinacionales en 38 países, desde Google, O2 (filial de Telefónica) o HSBC, a Ferrovial y Grupo Santander en el Reino Unido. Cada año realizan 1.500 sesiones con un objetivo: concentrar el tiempo y ejercitar la mente. "Queremos cambiar la forma de pensar de los empleados. Muchos no son conscientes de que pueden conseguir más de lo que creen. Y las organizaciones deberían demostrarles que pueden marcar la diferencia", dice.
Ofrece una casuística casi infinita. Trabajaron recientemente con la cadena de televisión británica BBC. "No se creían que el planteamiento de 90 minutos funcionara. Les propusimos una sobre técnicas de influencia y persuasión e hicimos dos grupos paralelos, uno de 90 minutos y otro de un día de duración". Midieron las habilidades adquiridas y en el 80% de los casos el curso más corto fue el más efectivo.
Según Black, aquí reside el otro punto débil de la formación tradicional. "Pocas empresas miden su impacto real. No hay datos fiables sobre qué técnicas funcionan y cuáles no. Al final todo se reduce a la intuición de un director de recursos humanos o de un consultor. Hay que medir, medir y medir". Es su obsesión.
Bailey y Black han resumido en tres libros los trucos de su formato exprés de aprendizaje y formación empresarial. Superan las 270.000 copias. Una de las claves, apuntan, pasa por conectar las metas individuales con las prioridades de la compañía. "Recuerdo una organización en la que los directivos no mostraban interés en enseñar a los recién contratados. Investigamos qué preocupaba a estos ejecutivos en sus vidas, cuáles eran sus aspiraciones, y descubrimos que la mayoría tenía hijos a los que les costaba hacer los deberes del colegio. Diseñamos un programa que debían practicar con los nuevos empleados, pero cuyas técnicas podrían aplicar también para ayudar a sus hijos a mejorar en la escuela. Funcionó".
Todo a base de workouts, reuniones intensivas de 90 minutos para despertar la mente y la creatividad a la vez que se mejora laboralmente. "Cómo delegar", "saber decir no", "gestiona a tu jefe"... son algunos de los programas. Los hay incluso más cortos, de 45 minutos, pero también, los menos, de dos o tres días.
El componente humano, la habilidad para establecer relaciones laborales fuertes y fructíferas será, según Black, lo que marque la formación en los próximos años. De aprender leyendo libros e información almacenada en sistemas informáticos, pasaremos, cada vez más, a aprender hablando y contactando con gente. "Gestionar las relaciones laborales de forma efectiva es lo que más cuesta. Si no se trabaja bien en equipo, pierden todos, empleados y compañía. Ahí hay un gran hueco de desarrollo".
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