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OPINIÓN
Columna
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No somos tontos

Javier Sampedro

Los estrategas políticos han tenido una mala semana. Su idea era eludir el tema del almacén de residuos nucleares al que aspiran Ascó y Yebra, pero no ha habido forma. Primero, el presidente catalán, José Montilla, asegura que él no es antinuclear, que él lo único que dice es que se lleven el almacén ese "a donde se produzca consenso social y territorial" (o más lejos, le faltó). "Y eso no es en Cataluña", aclaró por si acaso. "Tenemos ya instalaciones, y conviene que otros territorios que no las tienen las puedan tener", subrayó sin mirar a nadie. "Así debe ocurrir en un modelo de Estado basado en la solidaridad de la que a veces tanto se habla", añadió cambiando de tema.

Entonces sale el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, y la toma contra el almacén con "todo tipo de medidas políticas, de movilización social, jurídicas y de toda índole", pero, claro, es que si te quedas corto de medidas te puede pasar lo que a Carod-Rovira, que monta una rueda de prensa con gran aparato eléctrico para anunciar "todos los mecanismos legales" contra el silo diabólico, le pregunta uno que cuáles son, y en ese momento no se le ocurre más que hacer un estudio de impacto ambiental, que eso es un anticlímax y además los hacen en Madrid.

Dolores de Cospedal le ha abierto un expediente al alcalde de Yebra en su calidad de presidenta del PP de Castilla-La Mancha, al mismo tiempo que apoya el almacén de Yebra en su calidad de secretaria general del PP. Ha explicado al respecto que "no es de recibo que el Gobierno de España dé la callada por respuesta, no da una solución ni aclara su postura, está incumpliendo sus obligaciones, su responsabilidad y su competencia como Gobierno".

Mas aclaró en algún momento que, "aunque CiU no es contraria a la energía nuclear como concepto, no puede ser que los costes de implantación del cementerio no se repartan en el conjunto del Estado español". A lo que añadió: "Ascó tiene que entender que no se trata de una granja de conejos, sino de residuos nucleares que van a afectar a sus tierras y a las de alrededor".

Luego el alcalde de Ascó (CiU) revela en este periódico que Montilla y Mas habían aceptado desde el principio poner el almacén allí, lo que hizo quedar mal a Montilla y Mas, que hasta entonces estaban haciendo como si se acabaran de enterar de ello. "No hubo aceptación sin advertir al alcalde de que actuaríamos como estamos haciéndolo", dijo Felip Puig (CiU), lo que podría significar que hubo aceptación advirtiendo al alcalde o cualquier otra cosa. El alcalde, en cualquier caso, se ha comido un expediente de su propio partido.

Puig aclaró que el alcalde se tiene que comer el expediente porque "es evidente que entra en contradicción con la posición convergente". La Consejería de Presidencia añadió, por su parte: "No se trata de hacer informes, sino de mantener una determinada posición política, y ésta está clara". En efecto, el Parlamento español ya ha reclamado dos veces la construcción del almacén con el apoyo unánime de los diputados catalanes y castellano-manchegos. No es que todo esto importe mucho, puesto que "la decisión final será por procedimientos fundamentalmente de tipo técnico", según el ministro de Industria, Miguel Sebastián.

Montilla le ha remitido una carta a Sebastián para explicarle los motivos de su rechazo al almacén. "Siento una gran curiosidad por leerla", dijo Sebastián. Nosotros también.

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