El Getafe sigue tras jugar con fuego

Sin Pedro León, sin Casquero, sin Manu, sin Soldado. Sin sus cuatro mejores artilleros se presentó el Getafe en escena por decisión de Míchel, que dejó fuera a sus pretorianos en una decisión que a punto estuvo de costarle cara. Porque sobrevivió el Getafe tras jugar con fuego, tras darle aire a un Mallorca al que dejó creer en la remontada, cerca como estuvo de borrar el 1-2 de la ida. Pero rectificó Míchel a tiempo y su equipo, que lleva tres años invicto en casa en esta competición, firmó su pase a las semifinales, eso sí, entre el crujir de dientes de los pocos aficionados que al Coliseum se acercaron.

Moría la primera parte y al área cayó el córner lanzado desde la izquierda del ataque por Julio Álvarez, largo, rumbo al palo más lejano, hacia donde reculó Ustari, a destiempo, y donde voló Aduriz, espectacular su salto y no menos espectacular su cabezazo, violentísimo, abajo, perfecto, a la red, Santillana en el Mallorca, parecía. Así echó el telón el primer acto, con premio para un Mallorca que, obligado a remontar, tuvo el mando del partido aunque anduvo lejos de avasallar en ataque. Suicidios, los justos, debió pensar su técnico, Manzano, y mucho menos ante un rival como el Getafe, que no elucubra, que actúa siempre desde el buen trato al balón. Pero que ayer no espabiló hasta que le vio las orejas al lobo.

Y eso ocurrió con el gol de Aduriz. Antes, el propio delantero había mandado al limbo una oportunidad impagable, un penalti que Mejuto señaló cuando Rafa tocó por detrás, sin querer, cierto, pero tocó, al Chori Castro, que había metido la directa y se iba hacia la portería como un huracán. Ustari rechazó el penalti mal lanzado por Aduriz, y respiró el Getafe. La jugada, sin embargo, no le quitó las legañas al equipo de Míchel, donde sólo Albin, con un cabezazo y un disparo que se fueron desviados, creó algún peligro.

Se inició la segunda parte y el partido derivó en un intercambio de golpes, con Rubén fallando lo que no se puede fallar, un cabezazo sin rivales a su alrededor y a dos metros del portero; con Albín lanzando durísimo una falta lateral que Aouate rechazó sin saber cómo. Ya estaba en el campo Pedro León y a él se agarró el Getafe para intentar contrarrestar el empuje del Mallorca. Luego apareció Casquero para echar una mano en la tarea de gobernar el partido. Y luego Manu para galopar en busca de algún contragolpe. El Getafe, por fin, tenía un rostro reconocible. Aouate le obligó a sufrir hasta el final, luciéndose ante Albín, ante Pedro León. Se fue con todo el Mallorca al ataque, en busca del gol que le diera el pase, pero se hizo grande el Getafe en defensa, amén de asustar en ataque, crecido, convencido como estaba de su pase, que certificó en cuanto sus mejores jugadores hicieron acto de presencia.