El negocio mortuorio se renueva
Catalanes y portugueses copan Funergal con sus insólitas propuestas de lujo
Entre los ataúdes de última generación, abiertos en canal para mostrar su esencia, los empresarios del sector cortan finas láminas de un buen jamón ibérico que se llevan a la boca con fruición. "No hay feria en Expourense, quitando la de Xantar, en la que se coma tanto como en ésta", comenta asombrado un conocedor de estos eventos. Pese al ágape, el encuentro empresarial que celebran los funerarios en Ourense, Funergal, tiene esa plomiza pesadez de lo etéreo. Las charlas son casi susurros y cunde el negro de los trajes de chaqueta de empresarios que pelean por un hueco en el potente negocio de la inexistencia.
En medio del recinto ferial, el Cuarteto Mortis Nostrae arranca a sus violines alguna de sus románticas melodías de su repertorio "Notas para el alma", con el que se promociona en esta feria. Su promotora, Nuria Delgado, intenta espabilar a los funerarios gallegos "muy reacios" a contratar un servicio de "homenaje póstumo" que ofrece música y poesía y una semblanza del difunto "con la que los familiares se identifican mucho".
"No hay feria en Expourense en la que se coma tanto como en ésta"
Las charlas son casi susurros y cunde el negro de los trajes de chaqueta
Delgado, pionera en la creación de este artístico servicio funerario, cuenta, además de los músicos, con un equipo de guionistas que escriben con la urgencia de periodistas: "Esto es de hoy para hoy", baja la voz la promotora: "La muerte no espera". En total, 50 personas en plantilla para elevar el espíritu de los familiares y hacer del duelo algo más cultivado por "apenas 260 euros más" en el presupuesto del servicio convencional, que ronda los 2.000 euros de media.
Pero en la feria orensana puede contratarse una transición al más allá nunca soñada. Un Masserati en negro resplandeciente llama a los clientes empresarios, que salen despavoridos cuando comprueban su precio, 300.000 euros. Más asequible resulta la mortaja diseñada por el modisto Antonio Miró para Marcs Urnas Bach y Giem -que ofrece columbarios en clubes deportivos como el Atlético de Madrid- y que sale "a mitad de precio que en tienda".
La "mortaja" con la firma del modisto es, en realidad, un pulcro traje de chaqueta negro, de línea Miró, como el que portan la mayoría de los empresarios del sector que se citan en Funergal. Pero los representantes de la catalana Marcs Urnas Bach y Giem también se quejan de la escasa innovación gallega en el negocio de la muerte. "Galicia está por debajo de la media española en índice de cremaciones", lamentan estos vendedores de urnas diseñadas para ser incineradas con todo su contenido.
Catalanes y portugueses copan con sus propuestas de lujo la feria de la muerte en la provincia en la que los fabricantes de ataúdes, que llegaron a ser punteros en España en el sector, quiebran, incapaces de hacer frente a la explosión del barato ataúd chino.
De la importancia que tuvieron los empresarios del Ribeiro da cuenta la caseta de Ramón Chao, de los Chao de Ribadavia, afincado ahora en Valencia, desde donde trae a Galicia una línea de urnas hidrosolubles de ultimísima generación que, a tenor de lo que dictan las estadísticas sobre la relación del gallego con la muerte, apenas venderá en su tierra, con más apego a lo tradicional.
Pero a nuestro alrededor (el resto de España y Portugal) la muerte es ya biodegradable. A la música, la poesía y las urnas hidrosolubles se suman los ataúdes Zen que presentan los diseñadores industriales portugueses Carlos Reis y Mário Mascarenhas. Su sarcófago genera expectación en Funergal. Está construido con piezas de bambú y va revestido en piel. Pero lo interesante es que es biodegradable, por lo que "sirve para las dos opciones: entierro o cremación", destacan los promotores,
Los diseñadores portugueses, que lo concibieron "exclusivamente" para presentarlo en la feria orensana, incluyeron una curiosa puesta en escena: una especie de tobogán por la que discurre el ataúd y que, según dicen, representa "el espíritu de la vida tras la muerte": nacimiento y curso vital (ambos en una línea recta), muerte (descendente) y resurrección (la línea ascendente final).
La proliferación de las urnas, al menos en el resto de España, obliga a la innovación en el mercado. La novedad pasa por el féretro refrigerado, fabricado por Cebáis, muy adecuado para los pueblos sin tanatorio, y en este caso participa la empresa orensana Ataúdes Gallego en colaboración con el grupo Cesmar. El dispositivo que se incluye a la caja fúnebre funciona "como el de una nevera doméstica". La "tapa refrigeradora" cuesta 3.000 euros.
Entre taco y taco de jamón para animar al comprador, los violinistas del cuarteto insisten en la espiritualidad del negocio. "Fíjate que no paramos de tocar el Negra Sombra para los gallegos que se mueren fuera de su tierra y los que mueren aquí se van sin nada" al más allá, lamenta la promotora catalana.
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