Guardiola aguarda presidente

La sala de prensa del Camp Nou se quedó ayer pequeña desde mucho antes de las 13.30, hora para la que, mediante un correo electrónico, el departamento de prensa convocó a los medios un par de horas antes para una rueda de prensa conjunta de Joan Laporta, Josep Guardiola y Txiki Begiristain. Al final, en el estrado también estuvo Rafael Yuste, vicepresidente deportivo del Barcelona. Entre directivos -todos menos el candidato continuista Alfons Godall- y empleados, no cabía un alma. Asistió incluso el capitán de la sección de baloncesto, Roger Grimau. Pasaban ocho minutos de la hora prevista cuando Laporta se acercó al micrófono y soltó el discurso preparado: "Estamos aquí para anunciaros que Guardiola será entrenador del Barcelona la próxima temporada. Anoche [por la del martes] me comunicó su voluntad y compromiso de ser entrenador como mínimo una temporada más. El nuevo contrato se articulará y se firmará con el nuevo presidente del Barcelona [tras las elecciones] según los términos que ambas partes fijen". "Doy mi palabra de que, si el nuevo presidente está de acuerdo, seguiré entrenando al Barcelona. Me siento con fuerzas", confirmó el técnico.

"Tenía la sensación de que la situación empezaba a ser muy incómoda para todos"

Guardiola habría querido aguardar a un momento más idóneo, pero entendió que ni siquiera le alcanzaba esperar a Semana Santa, la fecha tope que el presidente le puso el pasado sábado para que se manifestara sobre su continuidad en un cargo al que le une su contrato hasta el próximo 30 de junio. "Tenía la sensación de que la situación empezaba a ser muy incómoda para todos, esto es, para el presidente, para Txiki, al que le preguntábais cada día, y para los jugadores", explicó, reconociendo que la eliminación copera desencadenó los acontecimientos.

La última semana marcó el desenlace de un pacto que pudo producirse antes de terminar la pasada temporada, cuando Laporta le invitó a prolongar un año más su contrato; en septiembre, cuando Begiristain invitó a Josep Maria Orobitg, su representante, a iniciar las negociaciones, o a finales de año, volviendo de Abu Dabi, cuando el presidente insistió. De hecho, Guardiola ha pactado, pero no ha negociado nada con el Barça. "Tiempo habrá cuando el socio decida", dijo ayer.

El desenlace empezó a fraguarse en la madrugada del jueves día 14, cuando la expedición del Barça regresó a casa tras la eliminación de la Copa. Al día siguiente, Guardiola se reunió con sus colaboradores para rediseñar los entrenamientos, consciente de que entre partido y partido se alargaban las semanas y había que modificar los hábitos. Por la tarde cayó en la cuenta de que los medios del entorno barcelonista seguían teniendo las siete portadas semanales, pero menos partidos con qué llenarlas. Guardiola ha mamado lo que Cruyff llamó entorno -"el 60% del trabajo del entrenador del Barça", según Carles Rexach- y entendió que de su renovación le tocaban al menos dos portadas semanales. El viernes, los principales medios catalanes le dieron la razón. Era la vigilia del partido de Liga contra el Sevilla, pero dedicaron sus portadas al supuesto contrato que Laporta iba a presentar esa mañana a la comisión delegada de la junta. El sábado, el presidente fijó la fecha tope. El domingo Guardiola aceptó responderle lo antes posible.

El lunes, Guardiola cumplía años, 39, y se fue con su familia a celebrarlo al Palau de la Música, en el que el grupo Manel cerró su triunfal año con el último concierto de su primera y exitosa gira. Guardiola, que no era ajeno al deseo social que su continuidad generaba en Barcelona, comprobó allí que el asunto empezaba a desbordarse y asumió que la única manera de liberar al club y especialmente a sus jugadores del runrún era dar un paso al frente. El martes por la tarde se citó con Laporta en la nueva casa del presidente y le expuso un plan que no era negociable. Sólo había una duda: hacerlo público ayer o el próximo lunes, lo que facilitaría las filtraciones y no por parte del técnico, cuya decisión solo la conocieron su esposa, su representante, Tito Vilanova, y Manel Estiarte.

Si cuando dijo adiós al Barça como futbolista, hace 10 años, diseñó un plan para anunciarlo en persona, Guardiola ha hecho esta vez lo posible para que fuera el club el que diera la noticia. Lo logró. El culé respira tranquilo.

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