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Los menores se fugaron en Vitoria al no recibir el certificado de tutela

La fuga de 24 menores inmigrantes entre los pasados 5 y 9 de enero fue algo más que un acto de rebeldía en respuesta a presuntos malos tratos en el centro de Molinuelo de Vitoria en el que residen, en contra de lo que informó la Diputación de Álava en principio. Tal y como desvelaron ayer portavoces de SOS Racismo, entre otras organizaciones que les ayudaron en aquellos cuatro días, detrás de la protesta se encuentra la negativa foral a entregar a parte de ellos el certificado de tutela al que tienen derecho al cumplir 18 años.

Muchos de los jóvenes que tomaron la decisión de fugarse no tenían problemas con los monitores del centro. Es más, fuentes de la Diputación de Álava reconocieron que el comportamiento en general en el centro Bidebarri es bueno y los problemas mínimos. De todos los fugados sólo tres habían sido castigados con "penas" como limpiar los baños o disponer de menos horas de salida por "delitos" como no ir a clases de alfabetización. El caso más grave es el de uno que quiso agredir a un monitor.

La Diputación mantiene una controversia sobre la edad de los acogidos

Estos tres jóvenes se marcharon del centro un día de las pasadas Navidades para no cumplir los castigos, pero sus compañeros les convencieron para que regresaran. Después de Nochevieja, el colectivo se aprovechó de estos problemas de convivencia en la residencia que les acoge para organizar una protesta colectiva. En el fondo se encontraba el citado certificado de tutela, que resulta indispensable para poder tramitar su permiso de residencia, tal y como exige la ley de Extranjería. Hay jóvenes que a pesar de gozar de la mayoría de edad desde hace por lo menos seis meses, todavía permanecen en Molinuevo.

La Diputación tiene la obligación de entregar este certificado en un plazo de tres meses a quien confirme su mayoría de edad. Pero Álava mantiene desde hace meses una controversia sobre la edad de los menores, lo que ha frenado la entrega de estos certificados.

Los jóvenes se instalaron en la estación de autobuses, primero, luego en pisos de gente que conocía su acción y al final en la iglesia del Buen Pastor de Zaramaga. En esos días, los menores han visitado distintas instituciones y asociaciones, incluido el Ararteko, para exponer su situación. Al final, después de que las personas que les ayudaron durante su fuga les convencieran, regresaron al centro, aunque la Ertzaintza dice que les encontró en la parroquia de Zaramaga.

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