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Reportaje:Ida de los octavos de final de la Copa del Rey

La doble vida del Celta

El equipo de Eusebio encara la Copa como un respiro mientras sufre una agonía en Segunda

Quinto por la cola en Segunda, pero entre los 16 últimos equipos en la Copa, el Celta recupera hoy (18.00, Canal + Liga y Gol TV) ante el Villarreal, siquiera por un día, sensaciones próximas a la rutina que tenía cuando hasta hace bien poco se codeaba con los grandes del fútbol. Apenas tres temporadas han bastado para llevarlo de Europa a las puertas de Segunda B, categoría a la que no cae desde hace 30 años. Fuera causa o casualidad, lo cierto es que al equipo gallego que más temporadas ha jugado en Primera todo empezó a torcérsele con la llegada al club de Carlos Mouriño Atanes, un emigrante retornado que hizo fortuna en México y que proclamó nada más llegar que haría un equipo que disputase con garantías de éxito la UEFA. Pero se fue a Segunda.

Todavía en Primera, Mouriño destituyó en abril de 2007 a Fernando Vázquez y se entregó a Hristo Stoichkov, que no evitó el descenso, pero mantuvo el crédito durante todo el verano para cimentar, junto a Ramón Martínez, un proyecto de ascenso fallido. Stoichkov se fue tras siete partidos con el club enfilado hacia el desastre porque las miserias deportivas destaparon las económicas. "La manzana que le compré a Horacio Gómez parecía limpia, pero en realidad estaba llena de gusanos", lamentó Mouriño. Mientras la pelota entraba la deuda de 84 millones parecía una cuestión menor; en cuanto dejó de hacerlo no le quedó más remedio que llevar a la sociedad hacia un procedimiento concursal y descapitalizar el equipo. Por el camino no cesaron los vaivenes deportivos. Tras Stoichkov pasaron por el banquillo López Caro, Antonio López, Alejandro Menéndez, Pepe Murcia y Eusebio Sacristán, curiosamente el que peor ratio de victorias lleva y con el que ha llegado la paciencia. Forjado en el ideario de Cruyff y mano derecha de Rijkaard en la reconstrucción del Barcelona, el ex centrocampista internacional ha penado por hacer planteamientos de equipo grande en un escenario que no invitaba ni al achique ni al toque. La campaña pasada salvó al equipo del descenso a Segunda B tras una agónica victoria ante el Alavés en Balaídos, pero en la presente no pudo sacarlo de los puestos de descenso hasta que el equipo reaccionó a un ultimátum sobre el técnico con dos victorias consecutivas en Girona y en casa ante el Elche. "Teníamos un camino que creíamos bueno, con un juego atractivo, a la vez que eficaz. Cuando esto no se acabó de concretar, hubo que dar un giro", reflexiona ahora el técnico, todavía en entredicho. Ante este panorama, la Copa es un bálsamo. En Vigo se habla más de números que de fútbol, de una pervivencia que ni siquiera garantiza el procedimiento concursal finalizado el pasado verano con quitas de hasta el 85%, un polémico proceso que en principio sirve para dejar el balance negativo en menos de 29 millones y convertir en grupo opositor a Mouriño a un colectivo de acreedores que capitalizó en acciones su deuda, entre ellos ex jugadores como Placente, Baiano, Fernando Sales o Contreras.

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