Heineken respira
La cervecera sale airosa de un lío en el Reino Unido
Las empresas cerveceras no se caracterizan precisamente por ser unas magas de las finanzas, pero Heineken ha logrado unos sustanciosos beneficios y se ha apuntado una pequeña victoria gracias a sus escarceos con las angustiosas deudas del sector de los bares británico, altamente endeudado.
El objetivo de la cervecera holandesa era Globe, creada en 2004 por el magnate Robert Tchenguiz y por Scottish & Newcastle, la cervecera británica que Heineken adquirió en 2008. S&N tenía un contrato para gestionar los bares de Globe y un acuerdo a largo plazo para suministrarle cerveza. Globe se dividió en una empresa inmobiliaria y en una empresa de gestión, ambas con una deuda que alcanzaba aproximadamente los 490 millones de libras esterlinas (unos 550 millones de euros).
La empresa pasó dificultades y dejó de hacer frente a los pagos poco después de que Heineken heredara la relación con la adquisición de S&N. Para Heineken esto fue una noticia especialmente mala. S&N había acordado que los pagos por el suministro de cerveza y la gestión inmobiliaria sólo se realizarían una vez que se hubiera liquidado la deuda bancaria de Globe. Por eso, cuando los bares de Globe empezaron a tener malos resultados, Heineken dejó de recibir dinero, pero según el contrato tenía que seguir suministrando cerveza y servicios.
Heineken salió de este atolladero de una forma poco ortodoxa. En primer lugar, se deshizo de una gran parte de la deuda bancaria y de la deuda garantizada con un elevado descuento que no ha trascendido. Esto le permitió obtener un beneficio contable de 215 millones de euros (308,3 millones de dólares), teniendo en cuenta que el acuerdo de S&N dejó la deuda consolidada de Globe en su valor nominal en el balance de Heineken. Esta contención de la deuda significaba que los propietarios de los bonos, con Heineken a la cabeza, podrían solicitar el pago de los créditos de Globe por impago y provocarían la intervención judicial de Globe. Por otra parte, esto desembocó en la venta de los bares a una nueva empresa con otro contrato de suministro y de gestión con unas condiciones más favorables para Heineken. ¿El comprador? Tchenguiz. ¿Quién financió la venta? Heineken.
Esta clase de táctica no está exenta de riesgos. Heineken tendría que haber asegurado una parte suficiente de la deuda lo suficiente para controlar la reestructuración.
No queda del todo clara la razón por la cual la empresa que emitió los bonos se declaró en suspensión de pagos, lo que permitió que la intervención judicial y la venta de los bares siguieran adelante. La empresa, llamada Globe Pub Issuer, todavía tenía el dinero suficiente para satisfacer sus deudas según la agencia de clasificación S&P.
No hay nada que indique que la intervención judicial no se realizara de acuerdo con las condiciones de los bonos de Globe, pero el acuerdo sigue pareciendo un tanto turbio. Es un buen resultado para Heineken, pero no tanto para los demás titulares de bonos.
Aunque Heineken ha conseguido escapar de una situación desagradable, a los obligacionistas subordinados de Globe probablemente no les quedará nada tras la intervención judicial y la venta. Globe se vendió por 180 millones de libras esterlinas, insuficiente para que les quede algo. Pero dado el grado de endeudamiento de esta estructura poco ortodoxa, tendrían que haber sabido los riesgos que corrían.
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