Sudar la fama

"Vosotros queréis la fama, pero la fama cuesta". Debbie Allen, bastón en mano, lo decía cada tarde en las televisiones de medio planeta en el arranque de la serie Fama, nacida de la película homónima de Alan Parker en los ochenta y en la que también se inspiró un ultrafamoso musical de Broadway. La idea no podría ser más ajena para las nuevas generaciones, crecidas absorbiendo reality shows y hits de YouTube, que convierten de la noche a la mañana a seres totalmente anónimos en celebridades instantáneas por hazañas que muy pocas veces tienen relación con su talento o su esfuerzo.

"Ahora todos los jóvenes de mi edad quieren ser famosos sin tener que sudar. Es muy patético, porque la fama hay que ganársela trabajando duro". Lo dice Kevin Tancharoen, un director demasiado joven para que su adolescencia estuviera marcada por las ideas que Fama trataba de transmitir: un instituto neoyorquino dedicado a las artes en el que los alumnos tenían que demostrar que realmente valían para el baile, la música o el arte, y donde no había atajos como Twitter o Facebook. Tancharoen creció sudando para hacerse un hueco entre los mejores coreógrafos del show business en Los Ángeles. Llegó a trabajar para Britney Spears con apenas 16 años (es responsable, por ejemplo, de los bailes del videoclip de Britney con Madonna Me against the music).

Se especializó en producir piezas audiovisuales para shows en vivo y se estrenó dirigiendo en la tele Dancelife, un reality para la MTV sobre los entresijos del baile producido por Jennifer López. Cuando a una productora de Hollywood se le ocurrió que resucitar el musical Fama era una buena idea, sonó su nombre. Tancharoen sólo tenía 23 años cuando le ofrecieron realizar este remake. "Y no lo dudé ni un segundo. Mi padre ha trabajado toda la vida en el mundo del cine y a mí siempre me ha gustado estar al otro lado de la cámara. Era una oportunidad que no podía perder. Y como sabía que Fama es una película de culto, les propuse que inventáramos nuevos personajes, que tratáramos de hacer otra cinta completamente diferente, pero, por supuesto, con las premisas de la original". El resultado no es precisamente otra película de culto (el reto era prácticamente imposible), sino más bien un remake más con adolescentes semifamosos como protagonistas y con la participación estelar de Debbie Allen para nostálgicos. Aunque no le haya ido precisamente bien en la taquilla estadounidense, parece que su director sí va camino de la fama: ya está dirigiendo su segundo largometraje, Arcana, una película de ciencia-ficción que se estrenará el año próximo.

Fama se proyecta en cines de toda España.