Niñas y niños
Si no existiera Gran Hermano, este nuevo espacio de Telecinco, Dejadnos solos, que comenzó anoche, sería un experimento televisivo sin otro morbo que el de ver a unos chicos que no saben qué hacer con tanta libertad, o tan poca. Pero como existe Gran Hermano todo el mundo esperaba que aquí aparecieran los edredones y otras sugerencias que son metáfora de la escatología del espacio de los grandes.
Estos chicos están obligados a escenificar algo que todos quisimos hacer cuando teníamos sus años; pero entonces ni existía la tele ni existían padres como éstos, que se desprenden de sus hijos, de diez a doce años, para que vivan una aventura que vete a saber cómo acabará. Acabará bien: los padres controlan a distancia; llevan un pinganillo que parece el cordón umbilical. El Gran Hermano de Orwell (no el del programa) son ellos: están fisgando a los muchachos. Ellos se creen libres de sus padres, pero ahí están, controlando.
De momento, ya se fue una de las chicas; porque echó de menos a su madre. Ésta le esperaba en una casa contigua, y ese detalle a mí me pareció de Gran Hermano, una escenografía de lloros y abrazos que se asemeja en exceso al juego de los adultos.
La impresión que tengo, después de ver la primera entrega, es que se le ha impuesto a los chicos una idea en la que se hallan como en una jaula: tienen que aprender, eso dijo Paz Padilla, a vivir sin los padres. ¿Y por qué esa presión? ¿No sería mejor que les pidieran que vivieran como si estuvieran solos?
A mí me gusta mucho Paz Padilla; tiene humor y tiene vísceras de buena actriz; aquí la han colocado como la voz de Carlos Hipólito en Cuéntame, y quizá ella podría asumir (acaso lo haga en algún momento) el papel de sparring de los muchachos, como hicieron alguna vez en la tele y en la radio Gemma Nierga o Xavier Sardá.
En el próximo programa los chicos se enfrentarán al tema del dinero como asunto que les hará reflexionar o pelearse. Demasiado pronto, quizá, para tocar la plata, pero así es la vida: los pones a simular que están sin padres y ya les haces preguntarse por el dinero. Se va uno de casa y se la encuentra en todas partes.
Posdata: en mi columna de ayer confundí a Imanol Arias con Imanol Uribe. Perdón por el lapsus.
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