Pellegrini ya es Pellegrini
Después del 'alcorconazo', los experimentos y la falta de juego, el técnico del Madrid ha encontrado un estilo de juego - Van der Vaart y Marcelo han sido dos de las claves
Manuel Pellegrini lleva seis meses en el banquillo de Chamartín y dice que en todo ese tiempo no ha librado ninguna batalla personal. Que no ha venido al Madrid para hacer la guerra a nadie. "Lo mío no es una lucha personal, sino una manera de pensar y de vivir el fútbol", aseguró el sábado tras la goleada al Zaragoza. Su forma de vivir el fútbol no es otra cosa, como confesó, que impulsar una idea y un sistema que funcione independientemente de los nombres. Ha tardado seis meses en conseguirlo con sus más y sus menos -los problemas con Guti, el alcorconazo (4-0 y eliminación en la Copa), los experimentos iniciales...-. Él, ajeno a las críticas sobre la falta de juego del equipo, basaba su discurso en los números. Y ahora reivindica su autoridad con solidez y continuidad.
- Ausente en la confección de la plantilla. Los fichajes de Kaká, Cristiano, Benzema, Albiol y Arbeloa se produjeron cuando Pellegrini estaba de vacaciones en Chile. El técnico llegó a Madrid, firmó, se presentó ante los medios y cruzó el charco. A la vuelta, el 10 de julio, se encontró con un overbooking en la plantilla (32 jugadores) y con que el club, en contra de su opinión, había decidido vender a Sneijder y Robben. Durante el verano repitió que, aun estando lejos de España, en junio hablaba a diario con la dirección deportiva para la lista de altas y bajas. Pero el pasado viernes confesó por primera vez en una entrevista a El Mercurio que la confección de la plantilla no fue cosa suya. "Aquí todos saben que el plantel no lo arma el entrenador. Ésa es la misión del director deportivo [Valdano]. Mi responsabilidad es determinar los trabajos y elegir a los jugadores para el once". Y, de hecho, si hubiese podido elegir él los fichajes, se habría traído a Cazorla y Silva, futbolistas de su agrado porque, además del toque, tienen pausa.
- Minutos para todos, experimentos y rotaciones. La frase más repetida por el técnico en el verano fue: "Lo más importante es ir repartiendo minutos a todos para probar soluciones". Mientras todos se esperaban que cambiara de tercio una vez acabada la pretemporada, el chileno siguió con el mismo discurso. Eso le llevó a rotar durante meses, aunque en la dirección deportiva aseguran que nunca le vieron desorientado. Empezó con un 4-2-2-2, lo intercambió en algunas ocasiones con un 4-3-3 y sacrificó a Kaká en la banda en más de una ocasión. Hasta que, a finales de noviembre, en el Camp Nou, dio con la fórmula del 4-3-1-2. Hasta ese momento, el técnico había repetido alineación sólo una vez: contra el Getafe y el Milan en San Siro. Lo hizo obligado por las circunstancias: tras la debacle contra el Alcorcón, algunos directivos cuestionaron su autoridad.
- El resultadismo. "Los números dicen que estamos haciendo las cosas bien: somos el equipo más goleador y el menos goleado", repetía una y otra vez Pellegrini cuando se le preguntaba por la falta de juego del Madrid después de una inversión de 250 millones. Empezó la Liga con cinco victorias seguidas [Deportivo, Espanyol, Xerez, Villarreal y Tenerife] y tres goleadas. Pero perdió contra los dos únicos rivales con nombre a los que se enfrentó: Sevilla y Milan. El equipo maquillaba la falta de juego y de continuidad con la capacidad ofensiva. Pellegrini era el único que no lo admitía. "Dominamos los partidos con autoridad. No podemos hacer el mismo fútbol que el Barça. Primero, porque el Bernabéu nos pitaría. Segundo, porque tenemos unos jugadores que nos llevan a jugar más directos y con más verticalidad".
- El 'alcorconazo'. La imagen de la impotencia: Pellegrini, sentado en el banquillo con la mirada perdida y las manos en los bolsillos sin saber qué hacer mientras un segunda b le marcaba un gol cada 22,5 minutos. "No pienso dimitir ni hoy, ni mañana ni nunca", dijo tras pedir disculpas. La noche anterior había concentrado, una vez más, al equipo para evitar una relajación.
- El conflicto con Guti. En Alcorcón, el medio tuvo una discusión con Pellegrini en el vestuario después de la primera parte. El técnico le sustituyó y Guti abandonó la charla. Desde ese día (28 de octubre) el 14 no ha vuelto a jugar (lleva desde el 19 de noviembre con un hematoma). Y desde ese día no ha habido una sola rueda de prensa en la que el técnico no haya tenido que contestar a preguntas sobre su relación con el segundo capitán. En una de ellas llegó a decir que Guti volvería a ir convocado cuando demostrara que tenía ganas.
- La suplencia de Raúl. El capitán del Madrid estaba avisado. Valdano se reunió con él en julio y le dijo que se fuera preparando para un papel secundario. Pellegrini lo gestionó de forma paulatina. Titularidad al principio, segundas partes a mitad de temporada hasta reducir los minutos de presencia de 20 a cero. Eso sí, ante los medios repetía que Raúl era "titularísimo". No sale de inicio desde el 25 de noviembre (Zúrich). El equipo ha ido asimilando su ausencia con tanta naturalidad que nadie pregunta ya al técnico por el papel del capitán.
- Las apuestas por Marcelo y Van der Vaart. Pellegrini recuperó la apuesta de Juande Ramos por Marcelo como interior zurdo. En la dirección deportiva dijeron que era una situación de emergencia y que después del Camp Nou el brasileño volvería al lateral, su sitio natural. El técnico hizo caso omiso y Marcelo (que lleva cuatro asistencias) es inamovible. De no lesionarse Kaká, Van der Vaart nunca habría aparecido. Pero Pellegrini tuvo el mérito primero de motivarlo -"aguanta, aunque sea para jugar el Mundial", le repetía en el verano cuando el club le buscaba una salida- y segundo de colocarlo en su sitio natural: detrás de los puntas. El holandés, que no se marchó porque no llegaron ofertas, lleva cuatro partidos seguidos de titular y dos goles. Van der Vaart, según Pellegrini, es, junto a Guti, el único centrocampista que ofrece lo que él busca: un jugador que sabe leer el partido y que no aporte sólo verticalidad como Higuaín, Kaká o Cristiano.
- El Camp Nou: un punto de inflexión. "Recibimos más críticas por perder que para ganar", dijo el técnico después de la derrota (1-0) contra el Barça. Estrenó el 4-3-1-2 y el Madrid empezó a dar la sensación de haber encontrado un estilo de juego. Hasta ese momento sólo lo había conseguido 45 minutos en San Siro y 70 en el Calderón.
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